El Día de la Raza o de la Hispanidad
La voz “hispanidad”... fue acuñada por Unamuno para designar a la comunidad de pueblos de habla hispana, y reivindicada en 1926 por el sacerdote Zacarías de Vizcarra en Buenos Aires para ser empleada en lugar de “raza”
En 1918 Alfonso XIII acogió la iniciativa de la asociación Unión Ibero-Americana de Madrid que proponía nombrar el 12 de octubre como Fiesta de la Raza, aunque ya en 1892 su madre, la reina regente María Cristina de Austria, en el marco del cuarto centenario del descubrimiento de América, había firmado un proyecto de ley que contemplaba declarar ese día como fiesta nacional de España.
No cabe duda de que el término “raza”, empleado para denominar el día de la fiesta nacional española, no fue usado en el estricto sentido biologicista para connotar algún asomo de superioridad, máxime cuando la propia España es en sí misma un crisol de razas, sino como sinónimo de “pueblo” o “nación”, lo que en antropología cultural se define como ethos o modo de ser de una comunidad.
Del mismo modo, en virtud del vasto legado cultural y espiritual que España aportó a América, una vez superados a lo largo del siglo XIX los resquemores de las guerras independentistas, los países hispanoamericanos comenzaron a valorar su herencia hispánica como uno de los pilares de sus propias identidades nacionales, sumándose a la conmemoración de la festividad del 12 de octubre con el propósito de resaltar los vínculos históricos, lingüísticos e inmigratorios, a la par de ampliar las relaciones de colaboración e intercambio con la Península.
Ese fue el caso de República Dominicana, al crear el Comité de Festejo del Día de la Raza en 1922, instituido por la Casa de España en Santo Domingo, entidad asociativa que, desde su fundación en 1917, fue instrumentalizada como un valladar de los valores y tradiciones heredados de la madre patria, ante la penetración cultural norteamericana a raíz de la ocupación militar de 1916-1924. En tal sentido, el presidente del Comité, Vicente Ortiz, en su discurso de apertura de los Juegos Florales Hispano-Dominicanos de 1924, al referirse a la labor desplegada por ese Comité, dijo que “trabajaba por estrechar cada día, con más creciente afán, los lazos espirituales, que son indestructibles entre los pueblos de hispo-americana con su ilustre progenitora”.
En Argentina el presidente liberal Hipólito Irigoyen declaró el 12 de octubre como Fiesta Nacional en 1917, incluso un año antes que España, destacando los atributos de ésta como “progenitora de naciones, a las cuales ha dado, con la levadura de su sangre y la armonía de su lengua, una herencia inmortal”. Y si bien el decreto de Irigoyen no menciona la palabra “raza”, pues no tenía rótulo alguno, el uso popular y los medios de prensa argentinos contribuyeron a que el 12 de octubre se conociera como el Día de la Raza.
Sin embargo, la connotación biológica del término “raza” no dejó de causar inquietud entre los círculos intelectuales y políticos que cuestionaban el término tanto en España como en América. Tal fue el caso de Ricardo Monner Sans, un diplomático español radicado en Argentina que rechazó en sus intervenciones la expresión Fiesta de la Raza y la llamó Fiesta Hispanoamericana, porque, según decía, “en el siglo XX, no acierto a ver más que una raza, la humana”. Por su parte, el antropólogo cubano Fernando Ortiz propone: “Nada de raza hispánica, cultura hispánica sí”.
De modo que la voz “hispanidad”, aunque existe desde tiempos antiguos, fue acuñada por Unamuno para designar a la comunidad de pueblos de habla hispana, y reivindicada en 1926 por el sacerdote Zacarías de Vizcarra en Buenos Aires para ser empleada en lugar de “raza”. Por su parte, el escritor Ramiro de Maeztu, embajador de España en Argentina, también se sumó a la propuesta de Vizcarra, convirtiéndose durante los primeros años de la Segunda República española en un abanderado de los valores de índole cristiana y humanista que identifican a la hispanidad.
Desde los inicios de la década de los años treinta se empezó a usar cada vez más el término “hispanidad” para designar la festividad del 12 de octubre. Y aunque la hispanidad se utilizó como doctrina política e ideológica durante el régimen de Francisco Franco, no fue hasta 1958 cuando se designó oficialmente a la emblemática efemérides del descubrimiento como el Día de la Hispanidad, imponiéndose éste como la fiesta nacional por excelencia, dada su enorme trascendencia, porque esa hazaña vinculó a España a la historia universal con el hallazgo de un continente que tuvo enormes repercusiones culturales, lingüísticas, sociales y económicas.
Finalmente, la celebración del descubrimiento de América o el Encuentro de Dos Mundos, ya se llame Día de la Raza o de la Hispanidad, ha calado con fuerza en el ideario popular a ambos lados del Atlántico. Y no es para menos, porque como bien dijo el escritor y político venezolano Arturo Uslar Pietri ese día, en 1492, “es cuando surge para la visión global del hombre la realidad del Nuevo Mundo”, iniciándose “ese rico proceso de encuentro y mezcla, que determina la originalidad de lo hispanoamericano”.
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