PLD y FP: lo que pierde uno, lo gana el otro
Ambos partidos tienen bajo su liderazgo a dos expresidentes vivos
Estudiar estrategia con cierta rigurosidad nos obliga a tratar de entender cómo tomamos decisiones los seres humanos, a nivel individual y colectivo. Para ello nos auxiliamos de la teoría de juegos, rama de las matemáticas y la economía que estudia, en un proceso de toma de decisión, cuál es la elección óptima de un individuo cuando los costes y beneficios de cada opción no están prefijados, sino que dependen de las elecciones de otros individuos.
En artículo anterior publicado en esta columna “Rivalidades y cambios políticos: eligiendo el mal menor”, expresaba, “algo podemos afirmar y es lo que no quieren la FP ni el PLD: que Abel pase a una segunda vuelta los primeros, ni que Fernández le suceda lo mismo, a los segundos. Porque no habrá posibilidad en detener la movilización automática de una cantidad importante de votantes de uno y otro partido a favor del que pase a una segunda vuelta. Pues las masas peledeístas no se dividieron, la cúpula sí.” A esto se le denomina, un juego de suma cero.
En teoría de juegos no cooperativos, un juego de suma cero describe una situación en la que la ganancia o pérdida de un participante se equilibra con exactitud con las pérdidas o ganancias de los otros participantes. En consecuencia, una negociación de suma cero se define como la percepción de los sujetos de que no hay posibilidad, en una o varias interacciones, de que ambas partes ganen, puesto que, invariablemente, lo que se lleve uno será lo que al otro se le reste.
Es decir, en un juego de suma cero no existe la cooperación para que todos puedan alcanzar un punto de mayor beneficio. Tampoco es posible que un jugador obtenga alguna rentabilidad extraordinaria sin afectar al resto. En otras palabras, lo que ha ganado un competidor proviene necesariamente de lo que ha perdido otro.
A modo de ejemplo: Cuando en el mes de febrero del 2013, el expresidente Hipólito Mejia junto al hoy presidente Luis Abinader anunciaron al país la separación del PRD y la formación de un nuevo partido, el hoy PRM, se inició el proceso de desgaste del viejo partido y fortalecimiento del nuevo. Precisamente por lo que estamos explicando ahora.
Algo similar sucede entre el PLD y la FP, pero es una situación más compleja, menos lineal y menos directamente proporcional. Pues ambos partidos tienen bajo su liderazgo a dos expresidentes vivos (no hay expresidente sin poder), ambos tienen una juventud emergente y ambos tienen figuras notables de la dirigencia tradicional. Aunque le llamen en tono despectivo “generales sin tropas”, yo no los veo así. En procesos de crisis, conflictos y recomposición de fuerzas, esos generales tienen mucho poder simbólico. Y la política es, ante todo, simbología.
Otro ejemplo: a partir de febrero del 2013, al PRM lo llenó de gente Hipólito Mejia. A su vez, quien lo llenó de juventud y futuro fue Luis Abinader junto a una pléyade de jóvenes que hoy le acompañan en su gobierno, pero fue el apoyo de los Tirso Mejia Ricart, Milagros Ortiz Bosch, Fafa Taveras, Hugo Tolentino Dipp, entre muchos otros dirigentes tradicionales estrechamente vinculados a la lucha por las libertades públicas, lo que lo lleno de simbología y contenido.
El golpe de gracia al PRD se da en el justo momento en que el PRM gana las elecciones del 2020. Es decir, si la FP gana el poder, el PLD se minimiza. Y viceversa, por el efecto suma cero.
Ahora bien, hay una diferencia importante entre ambos partidos que debe ser tomada en consideración: si el PLD es un partido aristocrático, siendo el comité político la cúpula. La FP es un partido monárquico, siendo el doctor Leonel Fernández y su hijo la línea de sucesión. Esto es una debilidad.
Este fin de semana pasado el PLD se lanzó a las calles y me luce consciente de lo que reflexiono. Demostró movilización y presencia. Se dejaron ver dirigentes tradicionales como Jaime David Fernández Mirabal y Margarita Cedeño. Pero lo más interesante fue que levantaron una poderosa simbología: Al terminar su movilización, los mismos peledeistas limpiaron los espacios públicos donde se había producido la manifestación, como lo hacían desde sus inicios con el Prof. Juan Bosch.
Consciente del juego de suma cero, el PLD está marcando territorio, va con su propio esfuerzo, sus propias fuerzas y su propia simbología.
Ambos partidos tienen bajo su liderazgo a dos expresidentes vivos (no hay expresidente sin poder), ambos tienen una juventud emergente y ambos tienen figuras notables de la dirigencia tradicional. Aunque le llamen en tono despectivo “generales sin tropas”, yo no los veo así.
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