Actualizando la matemática electoral
Tendencias y desafíos a un año de las elecciones presidenciales
Hace un año, a medio camino entre las elecciones presidenciales de 2020 y 2024, en esta columna se hizo un ejercicio de matemática electoral con base en los resultados de las elecciones de 2020 a fin de identificar los posicionamientos, las tendencias y los desafíos de las principales fuerzas políticas del país de cara a las elecciones de 2024. Esta vez, a un año de las elecciones, hay nuevas informaciones que proveen las encuestas, entre estas la más reciente de la firma Mark Penn/Stagwell, a sabiendas que ninguna encuesta arroja resultados absolutamente correctos, mucho menos cuando queda un trecho bastante largo de campaña electoral.
La información más destacada de esta encuesta fue, obviamente, el grado de simpatía de los tres principales candidatos presidenciales, los cuales aparecen en el siguiente orden: el presidente Luis Abinader del Partido Revolucionario Moderno (PRM) con un 47%, el expresidente Leonel Fernández de la Fuerza del Pueblo (FP) con un 32% y el alcalde de Santiago de los Caballeros Abel Martínez del Partido de la Liberación Dominicana (PLD) con un 19%. Con esta información parecería, de entrada, que el presidente Abinader está posicionado para ganar en primera vuelta porque apenas necesitaría tres puntos porcentuales para cruzar la barrera del cincuenta por ciento, además de que el electorado dominicano se ha acostumbrado a elegir en primera vuelta como ha ocurrido en las últimas seis elecciones presidenciales.
No obstante, la matemática electoral plantea más interrogantes y dudas que respuestas y certezas. Como señala el texto explicativo de la encuesta, el presidente Abinader sólo ha perdido cinco puntos en comparación con el porcentaje que obtuvo en el 2020, de lo cual podría inferirse que ha mantenido el apoyo casi intacto del electorado que votó por él, pero no ha logrado expandir ese apoyo hacia otros sectores del electorado que votó por otros candidatos o que se abstuvo de votar, pues si esto hubiese ocurrido el porcentaje de intención de votos a su favor estuviese más alto en estos momentos. De hecho, hay un dato de la encuesta que arroja cierta luz al respecto. Cuando se mide el grado de simpatía de Abinader frente a Fernández en una segunda vuelta, el primero sólo sube dos puntos (49%) y cuando se mide frente a Martínez sube cuatro puntos (51%), lo que parece indicar que Abinader tiene una limitada capacidad de crecer a pesar de que cuenta con una tasa de rechazo relativamente baja de un 39%.
En cuanto al expresidente Fernández, la encuesta registra un 32% a su favor, que si bien lo sitúa quince puntos por debajo de Abinader no deja de ser un buen un lugar para estar en esta etapa del proceso electoral. La encuesta también registra una tasa de rechazo a Fernández bastante alta de un 48%, pero a la vez muestra que éste crece ocho puntos en un escenario de segunda vuelta (por encima de los dos puntos de Abinader), lo que indica que es una candidatura con potencial de crecer.
En lo que respecta al alcalde Martínez, con un 19% de intención de votos, este se sitúa a veintiocho puntos de Abinader y a trece puntos de Fernández. Está por verse la capacidad de crecer de este candidato si logra superar el perfil local que todavía lo caracteriza y, en consecuencia, trascender al escenario nacional. La encuesta señala que Martínez crece trece puntos en una eventual segunda vuelta, el mayor incremento registrado, pero todavía muy distante de la primera posición.
Como se trata de un proceso en ciernes, con posibilidades reales de cambiar, algunos datos de las elecciones de 2020 pueden resultar útiles para el análisis. Si bien el presidente Abinader ganó esas elecciones con el 52.52%, lo cierto es que en cuanto al número de votos este apenas obtuvo 24,677 votos más que los que obtuvo Hipólito Mejía en el 2102, lo que quiere decir que en el 2020 el PRM recuperó la votación que ya había obtenido ocho años antes, aunque todavía con la sigla del PRD. La encuesta Mark Penn/Stagwell muestra que Abinader, a pesar de ejercer la presidencia, no ha podido expandir su base de apoyo electoral, lo que puede ser un problema especialmente si tiene lugar una segunda vuelta electoral. Por eso, la clave de su triunfo estaría no solo en que logre consolidar el electorado que ya lo apoyó, sino en atraer votantes abstencionistas o que votaron por la oposición, lo cual -esto último- no parece ser tan fácil.
Otro factor a considerar es que en el 2020 hubo 508,601 votos válidos menos que en las elecciones de 2016, lo que representa una masa de votantes que -podría especularse- no simpatizaba con la candidatura de Abinader, pues los votantes de este último estaban mucho más motivados a votar pues se trató de una coyuntura de cambio que favoreció a quien lo encarnaba y representaba. Tanto la FP como el PLD tienen en ese electorado abstencionista un campo potencial de crecimiento, lo que significa que ambos partidos políticos estarán luchando por el mismo electorado, además de tratar de aglutinar a los electores que votaron por estos partidos en las pasadas elecciones. La encuesta le plantea al PLD el desafío de reencontrarse con el electorado que lo apoyó en el 2020 como punto de partida para expandir su base de apoyo electoral. Si estuviese solo en el campo de la oposición este objetivo sería mucho más fácil de lograr, no tanto así cuando tiene que competir con la FP en ese mismo universo de votantes.
Hay una interrogante que queda en el ambiente político-electoral: ¿hasta qué punto parte del electorado que apoyó al presidente Abinader puede cruzarse a la oposición y, viceversa, hasta qué punto parte del electorado que apoyó a la oposición o se abstuvo en las pasadas elecciones puede cruzarse al campo de Abinader? La encuesta parece indicar que hay un congelamiento en esa dinámica particular, es decir, que ambos campos cuentan con la lealtad de sus respectivos bloques -aunque la oposición esté dividida-, lo que podría ser perjudicial para Abinader, pues este, si bien está en la cima de las preferencias electorales, no tiene mucho margen para perder siquiera una parte pequeña de su electorado o para darse el lujo de no atraer parte del electorado que no lo apoyó la vez pasada. Por supuesto, la oposición tiene un desafío similar dado que tampoco puede perfilar su victoria si no logra involucrar a los abstencionistas o si no logra atraer una parte, aunque sea pequeña, del electorado que votó por el cambio en las elecciones de 2020. La cuenta regresiva ya comenzó, por lo que pronto tendremos respuestas a estas interrogantes y dudas que surgen al mirar el escenario electoral.
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