La corrupción no soy yo

Este artículo fue escrito en 2019 por el periodista ecuatoriano Rubén Montoya. Ayer circuló ampliamente por las redes y los grupos en República Dominicana. Por su calidad y actualidad, Diario Libre lo reproduce.

Soy el médico que ordena exámenes complejos, quizás innecesarios, en el laboratorio que me paga por cada cliente que le doy.  Soy el abogado que se inventa gastos que no hace y coimas que no reparte.  Y de los que estafan al fisco, yo soy el contador.

Soy los 40,000 burócratas que alargan o entorpecen un trámite por el cual el Estado les paga a tiempo, y bien. Soy los 15,000 conductores multados cada mes por estacionar en doble fila, y los miles más que no lo fueron por manejar viendo el celular.

Soy el tendero que usa balanzas amañadas. Soy el proveedor que infla los costos y el gerente de Suministros que se lleva el sobreprecio.  Soy el supermercado que paga a sus proveedores cada 3 meses, aunque recibe a diario el fruto de sus ventas. Soy los cientos de jueces o fiscales que tarifan sus providencias y sus dictámenes. Y soy los tribunales que cobran por liberar o encarcelar, sin que cuente la inocencia o la culpabilidad.

Soy quien contrata a extranjeros para “ayudarlos” y les paga menos del sueldo vital.  Soy el empresario que retiene los aportes al ISESS de sus trabajadores, y soy los trabajadores que pasan 2 horas chateando vía WhatsApp. Soy la Comisión que amaña concursos que llama de méritos, pero son de compadrazgos. Soy el profesor que no va a clases o va poco, pero cobra todo el sueldo sin titubear.  Soy el alumno que plagia sus tesis o sus tareas. Y soy tooodas las universidades que lo saben, pero no hacen nada para cambiar.

Soy las 120 mil amas de casa que no afilian a sus empleadas y soy las empleadas que roban comida a sus jefas.  Soy el bacán que escucha música como si viviera en un descampado, bota basura donde se le canta e insulta a quien le reclama. Soy el padre que inculca a su hijo que lo importante es tener, llegar como sea.  Ganar.

Soy, en fin, el ciudadano bueno, devoto y honesto, patriota y trabajador, que maldice haber nacido en Ecuador. Porque alguien nos desgració la vida llenándola de políticos corruptos.  Son ellos los culpables, los que joden a la nación. ¡¿Quién diablos los habrá elegido?! Siempre me lo pregunto. Porque la corrupción son ellos: la corrupción no soy yo.