Alta mortalidad neonatal con el 98% de cobertura
La alta mortalidad materno-infantil es una consecuencia del ausentismo: “prácticamente ninguno de los médicos asiste todos los días a su trabajo, y el 53% lo hizo solamente una vez a la semana. Trabajan en promedio el 45% del tiempo”
Mientras el SENASA exhibe sus buenos resultados, la mayoría de los hospitales públicos continúa en cuidados intensivos, haciendo más de lo mismo. Nuestra Fundación está conmovida ante la muerte de 34 niños (más bien muchachos, porque solo los muy pobres acuden a un hospital público), en el Hospital de Maternidad San Lorenzo de los Minas.
Para que se tenga una idea de esta barbaridad, en todo el 2022 este hospital registró 19 muertes, y ahora 34 solo en febrero, un 159% más. Estas muertes corresponden a 23 madres dominicanas y a 11 haitianas, pertenecientes a las familias más pobres y vulnerables. Según las autoridades “competentes” se debió a la infección de “un bebé contaminado”.
Esta situación no es nueva ni en este hospital ni en el resto del país. ¿Dónde estaban los médicos que no detuvieron a tiempo el contagio? ¿Por qué hubo descuido en el cumplimiento del protocolo? ¿Quién garantiza el debido respeto y la atención médica oportuna a la población, en medio de tanta indisciplina, disputas y enfrentamientos?
¿Por qué los servicios públicos son tan deficientes y los indicadores de salud tan bajos, a pesar de contar con más del 98% de la población afiliada al Seguro Familiar de Salud (SFS). ¿De qué ha servido este aumento de la cobertura formal, sin una mejora sustancial de los servicios?
Nóminas supernumerarias, baja productividad, ausentismo y clientelismo
La nómina general del Servicio Nacional de Salud (SNS) llegó a 88,078 a febrero del 2023, consumiendo el 83% del presupuesto, mientras sólo el 4% será dedicado a materiales y suministros, una parte para prestar servicios. El SNS cuenta con 24,727 médicos y sólo 15,272 enfermeras: 1.62 médicos por enfermera, cuando debería ser a la inversa.
En su página Web, el SNS reporta la producción de 6,190,670 consultas y 4,471,030 emergencias, para un total de 10,661,700 en todo el 2022. Asumiendo 22,225 médicos prestando servicio (un 90%), la producción sólo llegó a 1.96 consultas por médico/día, una entrega que apenas requiere de media hora de trabajo. ¿Por qué tan baja productividad?
Un estudio del MSP y Capacity Plus, con fondos de USAID constató que en 18 hospitales regionales y provinciales “prácticamente ninguno de los médicos asiste todos los días a su trabajo, y el 53% de los mismos lo hizo solamente una vez a la semana. Los médicos trabajan en promedio el 45% del tiempo”. Una década después, todo sigue igual.
Este ausentismo y desamparo explica la insatisfacción general, como lo señala ADESA, “cuando una persona va al hospital público es porque tiene un problema extremo de salud y carece de dinero para ir a una clínica privada. Y nadie sabe si lo van a atender, ya que es común que los médicos no estén, o que no lleguen a tiempo”.
Es importante señalar que miles de médicos abnegados cumplen cabalmente con sus obligaciones, mientras otros brillan por su ausencia. Por eso el CMD no acepta controles de asistencia, ni que se publiquen las estadísticas sobre la productividad individual.
La desprotección y el irrespeto al derecho humano a la salud se evidencia por el hecho de que alrededor de 22 horas de las 24 del día, la atención en los hospitales está a cargo de médicos auxiliares en plan de aprendizaje. Mientras muchos de los especialistas atienden en sus clínicas, decenas de miles de médicos pasantes tratan de hacer lo mejor. Ello explica los bajos indicadores y la alta mortalidad materno-infantil.
¿En qué ayuda a la población una jornada médica de 4 horas, de la que ni siquiera se cumple la mitad? ¿Cómo vamos a reducir la privatización y el gasto de bolsillo, con tanta desigualdad entre la atención pública y la privada? ¿Cómo explicar un presupuesto público tan bajo, y con una nómina tan alta e improductiva?
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