La cátedra Adriano Miguel Tejada
El poder judicial ha acertado al crear la Cátedra Adriano Miguel Tejada.
El próximo jueves, 20 de abril, se iniciará la Cátedra Justicia y Comunicación Adriano Miguel Tejada, creada en su honor por el poder judicial “en aras del mejoramiento del servicio judicial, la objetividad y la transparencia”. El primer conferenciante lo será Luis José Cebrián, director del periódico El País de España.
Adriano Miguel era hijo de una gran educadora, Amparo Escoboza, que desde temprano le inculcó el hábito de la lectura. Su formación educativa fue sólida. A temprana edad luchó por ampliar el horizonte cultural de su pueblo natal, Moca. Organizó, junto a otros compañeros, peñas y encuentros con reconocidos escritores dominicanos de la época. Eso lo sumergió en el mundo de la intelectualidad.
Se invistió de doctor en derecho en la Pucamaima y de Master of Arts en Ciencias Políticas en Temple University, Filadelfia. Su vocación de jurista corrió en paralelo a la de comunicador. Fue profesor, escritor, editor, redactor, director de medios, historiador, con vocación acendrada de servir a su país y consolidar la institucionalidad democrática.
Ante todo, fue un gran ser humano, cordial, de gran agudeza en sus reflexiones, con sentido refinado del humor, recia personalidad. Los temas complejos los sintetizaba con ocurrencias hilarantes que surtían el efecto de tranquilizar el espíritu. Su semblante nunca ocultó los pliegues de su interioridad, diáfanos, transparentes.
Nada de lo humano le fue distante ni desconocido. En la niñez fue atropellado y revoltoso al igual que sus pares. En la juventud travieso, dinámico, soñador, bailador, enamorado y admirador de todo lo bello que al ser humano se le presentara a su contemplación, abierto a las expresiones sociales, e integrante de una orquesta juvenil. En la adultez fue sopesado, receptivo a las ideas, marcado criterio propio, recia personalidad.
Como buen componedor medió en conflictos, tan del agrado de muchos.
Su mente abarcaba la versatilidad de modo fluido y natural. Sin complejos ni ataduras podía ejercer de maestro de ceremonia tal y como hizo en la Gala de la Música Mocana organizada en 2014 por la Asociación de Mocanos Residentes en Santo Domingo o parodiar ante decenas de espectadores la voz del expresidente Joaquín Balaguer en tono de buen humor.
Su vida estuvo impregnada de valores: el amor filial, la amistad, el compañerismo, la solidaridad, la ayuda al prójimo, la honradez, el sentimiento y orgullo de pertenecer a un grupo social determinado, la mocanidad, el enaltecimiento de la patria, la difusión de sus símbolos y de su historia.
Tuvo tres pasiones destacadas: el derecho, la comunicación, la historia.
En su condición de doctor en derecho fue editor de revistas jurídicas e integrante del pequeño grupo encargado de la redacción de la Constitución de 2010. En su afán de consolidar canales de comunicación e información veraces y confiables ejerció la dirección de varios medios y, en su etapa final, de Diario Libre; en su deseo de perfeccionamiento y por medio de sus investigaciones y publicaciones fue investido como miembro de número de la Academia Dominicana de la Historia y miembro correspondiente de la Academia Dominicana de la Lengua.
En su deseo de alcanzar lo inalcanzable trató de aprehender la felicidad, a sabiendas de que era una quimera. Se regocijó con el intento, llenó su alma de esperanzas y de dulzura, y aprendió a dar mayor importancia a lo sencillo, sereno, a todo aquello que reconforta el espíritu.
Al cumplir los 70 años decidió que ya había agotado su ciclo de vida laboral. Presentó renuncia a la dirección del medio en que trabajaba, Diario Libre, y se retiró a cumplir tres sueños: viajar, en compañía de su esposa, y conocer más mundo, con menos prisa, para empaparse de nuevas experiencias; escribir la historia de Moca, su pueblo, con el material abundante que tenía identificado; escribir sin presión de tiempo ni condicionamientos laborales.
En ese entonces había alcanzado muchas de sus metas y el reconocimiento de su pueblo. Fue cuando se propuso culminar su andadura y perseguir la felicidad. La guadaña implacable se lo llevó tan pronto hizo el anuncio de sus intenciones, sin darle tiempo a reaccionar.
Para quienes lo conocimos de cerca, para quienes lo trataron de lejos, y para todos aquellos que pudieron leer sus enjundiosos libros, artículos y editoriales, dejó un amplio legado y un hondo vacío.
El poder judicial ha acertado al crear la Cátedra Adriano Miguel Tejada. Fue un maestro irrepetible del derecho, del periodismo, de la comunicación, de la historia, del lenguaje, ejemplo de consagración, vida, honestidad, perseverancia y afanoso en la búsqueda incesante de la verdad y de la justicia.
El poder judicial ha acertado al crear la Cátedra Adriano Miguel Tejada. Fue un maestro irrepetible del derecho, del periodismo, de la comunicación, de la historia, del lenguaje, ejemplo de consagración, vida, honestidad, perseverancia y afanoso en la búsqueda incesante de la verdad y de la justicia.
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