Obras son amores (I)
Horacio Vásquez y su desconocida obra de gobierno
El próximo viernes, 25 de marzo, se cumple un año más de la muerte de Horacio Vásquez ocurrida en 1936. El gobierno dominicano emitió hace un tiempo un decreto mediante el cual se dispone la construcción en Tamboril del Museo Horacio Vásquez, obra todavía no iniciada cuya materialización fortalecería el espíritu democrático, fervor institucional y apego a las libertades del pueblo dominicano.
A ese respecto, cito fragmentos de mi libro Horacio y Mon, avatares y gloria (en imprenta):
“Al atardecer de un día otoñal, con la brisa fresca acariciándole la cara, Ulises Heureaux, Lilís, lleno de socarronería, sonreía hacia sus adentros. Sabía que era escuchado por Trujillo, Horacio y Mon. Eran contrapuntos perfectos. Personalidades diferentes que llevaron sobre sus hombros el destino de la nación. Los dos primeros, Lilís y Trujillo, tiranos, ególatras y corruptos; los dos segundos, amantes de las libertades, de la democracia y de la honestidad. El tirano de ébano se pronunció con la intención de lanzar un dardo que hiriera a Horacio y a Mon:
—¡Ah, qué ilusos estos hombres, nunca aprenderán! Las palabras se las lleva el viento. Lo importante son los hechos: obras son amores y no buenas razones.
Al escucharlo, Horacio le respondió:
—Pues te voy a refrescar la memoria para que puedas opinar con fundamento. Voy a hablarte de obras, eso sí, realizadas dentro del respeto escrupuloso a las libertades y sin uso de los recursos públicos con fines clientelares.
—Empieza Horacio y ya verás lo pronto que se te acaba el carrete —dijo Lilís, con una sonrisa maliciosa. Y Horacio ripostó:
—Cuando muchos años después de tu ajusticiamiento en las calles de Moca, ejecutado porque no dejaste otra opción que el magnicidio, tuve que abandonar el poder en 1930 al ser derrocado por Trujillo, ya el proceso de centralización y de consolidación del Estado moderno estaba bien encaminado con las ejecutorias planificadas y deliberadas de mi gobierno, dentro de un marco de democracia y de libertades.
—Déjate de filosofía y ve al grano, Horacio. Quiero oírte hablar de obras, Horacio —insistió Lilís. Horacio respondió:
—Para que no lo olvides, lo enmarques y lo mantengas en tu memoria, en materia de obras públicas los tres grandes ejes viales radiales (carreteras), con sus puentes, fueron construidos en mi gobierno en toda su extensión (norte, este y sur), no en tramos. El acondicionamiento y ampliación de los puertos, como los de Santo Domingo y San Pedro de Macorís, realizados. Las grandes obras de riego, presas y canales, terminadas, no solo en la línea noroeste, sino en Barahona, Azua y Baní . No tenían precedentes. La industria, impulsada mediante la protección a la manufactura naciente a través de impuestos internos. Los servicios públicos, mejorados y en buen estado: un buen ejemplo de ello es la construcción del acueducto de Santo Domingo y de su sistema sanitario. Las empresas de electricidad y de agua estaban en funcionamiento, algunas de propiedad estatal. Las telecomunicaciones telefónicas y de telégrafos, muy avanzadas.
Lilís, azorado, dijo:
—Pues no sabiía que habías hecho tanto. Tus obras en verdad se desconocen.
Horacio aprovechó para continuar:
—No creas que he terminado. La red sanitaria y epidemiológica la dejé en evidente progreso, incluyendo la construcción del sanatorio para tuberculosos en San José de las Matas, el hospital de leprosos en Haina y el Hospital Padre Billini en Santo Domingo. Los planes epidemiológicos en plena ejecución, pues controlar la uncinaria, malaria, sífilis, tuberculosis, viruela, sarampión, buba y otras enfermedades que afectaban al grueso de la población era elevar la salud colectiva. La educación primaria y universitaria se encontraba en pleno auge por la masiva construcción de escuelas rudimentarias, secundarias y el apoyo dado a la Universidad de Santo Domingo con la creación del Instituto de Anatomía y la remodelación del antiguo local de la universidad en la zona colonial. La creación de la Escuela Agrícola de Moca, que tantos buenos frutos habría de brindar. Ahí impartieron docencia científicos de talla mundial como Raffaele Ciferri y Carlos Russo, italianos, y el sueco Erik Leonard Ekman. La apertura y diseño de nuevos suburbios en la ciudad de Santo Domingo, como Gascue, Ciudad Nueva, Ensanche Lugo, La Esperilla, San Carlos, Villa Consuelo, Villa Francisca, Cristo Rey, Villa Duarte.
Lilís, a pesar de los años transcurridos, no se había percatado de la extensión de la obra de Horacio. Y dijo:
—Es verdad que traté de eliminarte. No pude hacerlo. Te escurriste como un pez cuando ya casi te tenía capturado. Y luego dirigiste el magnicidio que acabó con mi vida. Debo reconocer que no conocí a nadie con el fervor irreductible que te caracterizaba. Es injusto que se haya tergiversado el alcance de tu gestión de gobierno. Me inclino fervoroso ante ella.
—Agradezco, Lilís, esas expresiones tuyas. Permíteme resumir mis obras no materiales para que comprendas el alcance de mis amores — dijo Horacio”.
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