El inmoral barrilito

La justificación que los senadores han querido dar al "barrilito" que reciben, no resiste análisis. El "barrilito" es un aumento de los ingresos de los senadores disfrazado de asistencia social ineficiente, sin control, paternalista y corruptor.

Ni los mismos senadores se creen que pueden ser más eficientes que el Estado en la solución de los problemas, como tampoco se creen que regalando un par de pesos para una receta (cosa que tampoco saben si es cierta), están haciendo algún bien. Lo hacen con el fin de pasar el recibo cuando se acerque la fecha de volver a votar.

Ese es otro punto: el "barrilito" es injustamente antidemocrático, porque crea una ventaja económica frente a los candidatos opositores. El "barrilito" no pasaría la prueba de una verdadera ley de partidos y de elecciones.

Finalmente, ¿con qué moral puede un senador exigir "la fiel inversión de los fondos públicos" cuando es culpable de no hacerlo? ¿Con qué moral exigir ética en la administración del Estado?

La mejor reforma debe comenzar por erradicar el inmoral "barrilito".