El ex juez y la fiscal
El ex juez Baltasar Garzón no fue condenado en España por investigar los crímenes franquistas. El Tribunal Supremo lo condenó por prevaricación, con voto unánime, por intervenir ilegalmente los teléfonos de los imputados y sus abogados en un caso de corrupción.
Tiene, aclaradas las dudas, todo el derecho a defender públicamente a Fernández y a quien quiera.
La cuestión es si la decisión de Yeni Berenice Reynoso y sus argumentos para desestimar la querella de un ciudadano, Guillermo Moreno, tiene sentido o es un portazo más en las narices a cualquier intento de combatir la corrupción de los políticos.
Después de esta decisión, es probable que nunca más veamos a un político responder en un juicio. Con su negativa a abrir un proceso de investigación en este caso, la Fiscal ha puesto más lejos la posibilidad de terminar con la impunidad con la que los políticos han saqueado el Estado, empobrecido y estafado a sus votantes, secuestrado la institucionalidad y la Justicia.
Leonel Fernández puede defenderse y demostrar su inocencia y de paso, devolvernos la fe en la Justicia, ayudando con su presencia en corte a despejar la impresión de que antes de irse amarró todas las instancias judiciales.
Pedirle al ex juez Garzón apoyo público no pasa de ser un gesto entre amigos, una salva de relaciones públicas que en nada contribuye a hacer sentir a la ciudadanía que estamos, jurídica y judicialmente hablando, mejor que antes de sus mandatos.
IAizpun@diariolibre.com
Después de esta decisión, es probable que nunca más veamos a un político responder en un juicio. Con su negativa a abrir un proceso de investigación en este caso, la Fiscal ha puesto más lejos la posibilidad de terminar con la impunidad con la que los políticos han saqueado el Estado, empobrecido y estafado a sus votantes, secuestrado la institucionalidad y la Justicia.
Leonel Fernández puede defenderse y demostrar su inocencia y de paso, devolvernos la fe en la Justicia, ayudando con su presencia en corte a despejar la impresión de que antes de irse amarró todas las instancias judiciales.
Pedirle al ex juez Garzón apoyo público no pasa de ser un gesto entre amigos, una salva de relaciones públicas que en nada contribuye a hacer sentir a la ciudadanía que estamos, jurídica y judicialmente hablando, mejor que antes de sus mandatos.
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