Ejercicio de recorte

El Estado debe comenzar el proceso de reforma fiscal concretando un ejercicio fidedigno y amplio de recorte en el gasto público, sobre todo, en esas áreas que parecen más inversiones políticas que necesidades reales de la población.

Las oficinas en el extranjero son un ejemplo de ello y se suma a esa realidad el desorden que hay en las nóminas de las diferentes dependencias públicas.

Es completamente descabellado que directores de agencia ganen más que los ministros que están sobre ellos o que haya funcionarios debajo del presidente que tengan mejores salarios.

A ello se suman recursos consumidos por los congresistas que deberían ser limitados, pues ellos no tienen impedimento alguno de cobrar sus sueldos y mantener sus negocios. Algunos niveles de jueces tampoco escapan a los excesos, por lo que tirar de ese cordón debería ser el primer paso, por aquello de que la mejor forma de liderar es dar el ejemplo.

Las reformas fiscales buscan más dinero para el gobierno, pero antes de dar ese paso toca al propio gobierno hacer constricción y recortar donde le duele, porque no puede ser que busquen la vía más sencilla, que es poner impuestos al pueblo.