Raquel Peña
La realidad, casi cuatro años después, es que nadie puede decir que su selección responde a una cuota. Ni de género ni geográfica
Se esperaba que Luis Abinader eligiera a la actual vicepresidenta, Raquel Peña, como compañera de boleta para las elecciones de 2024.
Una buena decisión que sin duda suma consistencia y credibilidad a la candidatura. Peña ha demostrado en estos años de gobierno una asertividad, eficiencia y capacidad gerencial indispensables en momentos críticos.
Si la vacunación en la pandemia fue su primera demostración de un carácter resolutivo, luego fue designada en los gabinetes donde se produjeron tranques o problemas en los que los responsables lucían “atascados”.
Justificaron su selección en la contienda de 2020 porque era “mujer y de Santiago” como si hubieran pesado atributos extemporáneos o para satisfacer bloques concretos de votantes en un ejercicio de suma y resta.
La realidad, casi cuatro años después, es que nadie puede decir que su selección responde a una cuota. Ni de género ni geográfica.
Su puesto, el de vice, se define en gran medida por la personalidad de quien lo ocupa. Lo ha llenado de trabajo eficiente y discreción. Una buena elección.
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