Los policías “inorgánicos”

No son policías pero tienen carnet. Comiencen por ahí.

Ahora que la Ley de Policía se reseña punto por punto, se confirman situaciones que eran tratadas de oída, que se creían en apariencia y eran la mismísima realidad.

Interesante, y caso único por demás, puesto que es al conocerse el remedio que se establece la enfermedad. La del policía que se la busca fuera de la institución.

La del oficial o agente que figura en los papeles, pero no presta el servicio propio de su condición.

Todos los casos, sin embargo, no son iguales. O el disfraz se da al revés. No siempre es el policía que tiene un negocito por la izquierda, sino que en ocasiones (y dicen que muchas) es un comerciante que gestiona un rango para cubrirse.

No se pone uniforme, ni se reporta ante un superior, y ni siquiera se beneficia de los colaterales. Pero cuando la circunstancia lo amerita, y siempre en momentos de apuro, saca el carnet correspondiente y revela su vínculo y sobre todo su categoría.

Son pejes gordos, solo que fuera del agua, y que no respiran por aletas, sino con pulmones de hierro. Darles de baja no afectaría su economía, pero sí sus actuales privilegios.

Empezar por ahí, pues.

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