Las diferencias nunca son con el partido
Siempre el dictador de ocasión y no el partido
Uno que no es politólogo piensa que un partido no es bueno ni malo, y si se buscan los estatutos o declaración de principios nada que objetar.
Mucho más que en el papel todo puede cambiarse, y no con un congreso o convención o asamblea, sino de un plumazo.
Pues no se lleva cuenta, y los análisis se hacen en base a anécdotas y no a los contenidos políticos y menos ideológicos.
Los tránsfugas, sin embargo, al irse, la cargan contra el partido, cuando este en su conjunto, en sí, no tiene culpa de nada.
Las diferencias nunca son con el partido, sino con determinado sector interno o con un dirigente que ejerce de manera absoluta.
El PLD en que predominaban los parciales de Danilo era el partido que fundó Bosch y modeló a su imagen y semejanza.
Lo mismo el PRD de Miguel fue obra de Peña Gómez, y eso se comprueba cada año cuando los perredeístas y los perremeístas le rinden cultos, o en el Cristo Redentor o en Las Mercedes.
Como los cubanos, Martí en la isla y en Miami.
Igual el PRSC de Quique: Balaguer por arriba y por abajo, y todo canasto, y nadie alterno, como sí en el PLD y PRD.
Siempre el dictador de ocasión y no el partido.
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