El país de los pactos que no se cumplen
Los gobiernos los utilizan como estrategia
La firma de pactos como estrategia política ha estado presente en las últimas gestiones de gobierno y sería casi imposible encontrar una que los haya eludido, porque han sido utilizados como una especie de truco político para echar un cubo de agua fría a determinados caldeados ambientes políticos.
Los pactos se anuncian con bombos y platillos con sus principales actores en poses; pero luego caen en letra muerta aunque logran su primer objetivo: desactivar crisis políticas.
En los últimos años un ejemplo de incumplimiento de pactos se ha vivido en el área educativa, donde todos los ministros de turno han firmado convenios con la beligerante ADP, que nunca se cumplen y una prueba es que todos los que han sido rubricados contienen las mismas demandas históricas incumplidas.
A esto se agrega el rimbombante “Pacto Educativo” suscrito en abril de 2014, cuyo contenido cayó en el olvido y su asamblea plenaria de seguimiento no se reunía desde el 2019.
Mientras tanto, los escándalos en el sistema educativo siguen su agitado curso y las políticas acordadas duermen el sueño eterno. Ayer surgió una luz; con el padrinazgo del presidente Abinader se retomó el Pacto por la Educación. Ojalá ahora se cumpla.
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