Por muy dura que sea la ley

Sin causales ni protección, el Código Penal que ignora a las minorías

Aprobarán el Código Penal sin causales, sin sanción para la discriminación por la opción sexual y, casi seguro, sin penas para la violación en la pareja. No deberá sorprendernos. El Congreso actual, casi idéntico en su composición al anterior, no se distingue por abordar problemas sociales ni por su sentido crítico. Lo suyo va de la fruslería a la adopción indiscutida de leyes que amenazan la democracia y los derechos sociales y políticos. El catálogo es amplio.

Esta semana, varios legisladores, hombres y mujeres, han respirado hondo y, sin que se les mueva un pelo, proclamado con ruborizante desparpajo que la presidencia del convicto Donald Trump optimiza las condiciones para que el Código Penal sea aprobado «sin presión extranjera». Dan ganas de reír, pero es demasiado serio.

Dice el Derecho que, a confesión de partes, relevo de pruebas. La admisión de que el gobierno ultraderechista norteamericano gravita sobre la decisión «sin presiones» de los legisladores, pone al desnudo la catadura ética y política de quienes hemos elegido para representarnos. Y no por el sentido mismo de la decisión que tomarán –no respiro anticipadamente por la herida–, sino por la falta absoluta de vergüenza al confesar que son incapaces de pensar con cabeza propia.

Si demócratas o republicanos en el poder, lo mismo debería dar a los efectos de un Congreso legislando para los dominicanos y las dominicanas. Defendiendo ideas con argumentos que los contrarios estén obligados rebatir. Pero no. Uno de estos legisladores, célebre por su ordinariez, lo dijo sin empacho: con Donald Trump en la presidencia, la aprobación del Código Penal será ahora posible, lo que no sucedería «mientras gobernara el partido demócrata». Es decir, han cambiado de tutor, por cuanto el impedimento, como hoy la facilidad, tienen marca extranjera.

No habrá debates porque las voces disidentes son pocas. Sí habrá peroratas en «defensa de la vida» y de la familia «diseñada por Dios» y brazos levantados. Pero ni una sola mención a que en el primer bimestre de este año la Procuraduría General de la República registró 76 incestos,  y que el año pasado las denuncias de este delito fueron 538.

Tampoco habrá alusión alguna a que de los 6,525 abortos documentados por el Repositorio de Información y Estadísticas de Servicios de Salud (Riess) del Ministerio de Salud Pública hasta agosto del 2024, correspondieron 79 a niñas con menos de diez años y 970 a adolescentes entre los 15 y los 19 años.

Cuando sancionen el Código Penal sin eximentes del aborto, sin penas para la intolerancia frente a opciones de vida distintas y dejando márgenes tan amplios a la violencia sexual y de género que se convierten en estímulo, los legisladores habrán ejercido su «independencia» confesamente tutelada, antes y ahora, no lo olvidemos.

Pero más allá del recinto congresual, las niñas y mujeres pobres continuarán abortando pese a la inseguridad (25,000 al año según la Sociedad Dominicana de Ginecología y Obstetricia) y los sexualmente diversos seguirán amando a quien quieran, aunque los discriminen, porque hay cosas que ninguna ley, por muy dura que sea, ha logrado impedir jamás.

Aspirante a opinadora, con más miedo que vergüenza.