El proceso independentista

La independencia dominicana, tomó más de medio siglo de lucha

El fracaso de Núñez de Cáceres fue una lección de historia dominicana. (Archivo)

Hay quienes equivocadamente conciben la independencia nacional de 1844 como obra exclusiva del proyecto político de los trinitarios y de la facción conservadora o afrancesada quienes, poco antes del 27 de febrero, concertaron una alianza táctica y coyuntural que hizo posible la proclamación de la República. Si bien es verdad que Juan Pablo Duarte y sus compañeros de lucha fueron los que, entre 1833 y 1844, enarbolaron el proyecto de la independencia pura y simple al amparo de la doctrina liberal preconizada por las Revoluciones norteamericana y francesa de finales del siglo XVIII, no menos cierto es el hecho de que la independencia dominicana fue el resultado de un proceso político que, según Pedro Henríquez Ureña, tardó alrededor de 50 años para materializarse.

En efecto, en 1909, en célebre carta dirigida a Federico García Godoy, Henríquez Ureña afirmó que los movimientos independentistas latinoamericanos cobraron verdadero significado solo con respecto a Europa, mas no “con relación a otros pueblos de la misma América”. Así, cuando a principio de siglo XX se le inquiría a un dominicano acerca del año de la independencia de su país, este naturalmente solía responder que el 1844. Sin embargo, a la pregunta de si para esa época España todavía mantenía luchas en América, entonces la persona cuestionada explicaba que el pueblo dominicano en realidad se había separado de la llamada Madre Patria en 1821, significando con ello que “esa es la fecha de la independencia dominicana”.

En sintonía con esa línea de argumentación, el autor de “Seis ensayos en busca de nuestra expresión” elaboró su conocida tesis según la cual la independencia dominicana fue consecuencia de un proceso que se extendió desde 1821 hasta 1873. “En ese medio siglo –reflexionó-, el momento más heroico, el apex, es 1844. Pero esa fecha debe considerarse como central, no como inicial. La independencia de la República como hecho, como origen creo que debe contarse desde 1821, aunque como realidad efectiva no exista hasta 1844 ni como realidad moral hasta 1873”.

Por su parte, Federico García Godoy le respondió a Henríquez Ureña, en julio de 1909, mediante una carta que al año siguiente incluyó en su libro La hora que pasa con el título de “Génesis Nacional”. Son admirables las reflexiones vertidas por el autor de Refinado en torno a la génesis y desarrollo de la idea emancipadora en Santo Domingo, la cual, en su concepto, pasó por dos fases “de aspectos aparentemente distintos, cumpliendo su lógica evolución, en serie de oportunas gradaciones, conforme lo imponían circunstancias privativas del medio y del momento”.

Al parecer, en aquella época las condiciones históricas no eran propicias para que la generalidad de la población, rural en su casi totalidad y que no sobrepasaba de 100,000 habitantes, asimilase un proyecto independentista análogo al que se había originado en otros pueblos de América, de suerte tal que la idea de emancipación solo era comprendida por un reducido sector social; circunstancia que en 1821 provocó el fracaso de Núñez de Cáceres, cuyo proyecto independentista, al decir del historiador Pedro Troncoso Sánchez, fue prácticamente obra de un solo hombre “a quien el pueblo ni siguió ni no siguió y apenas sí se dio cuenta de lo que había ocurrido”. El tema invita a más profundas consideraciones

Historiador y ensayista. Especialista en historia dominicana.