Aquel martes 30 de mayo
Era Trujillo, quien se quejaba de las heridas y profería palabras ininteligibles
El martes 30 de mayo de 1961 fue un día normal para la generalidad de los dominicanos. Sin embargo, en el atardecer de ese día todo cambió drásticamente para los integrantes de la conspiración contra Trujillo, pues Antonio de la Maza, hacia las cinco de la tarde, recibió una llamada telefónica de Miguel Ángel Báez Díaz informándole que esa noche el tirano viajaría a San Cristóbal.
Sin perder tiempo, De la Maza contactó a los integrantes del grupo de acción accesibles en la capital. Dos horas después, el teniente Amado García Guerrero confirmó la información: esa noche Trujillo saldría fuera de la capital.
Tres vehículos intervinieron en la emboscada. Una vez en la avenida, cerca de las 8:30 de la noche, en las cercanías de la Feria Ganadera siete hombres se repartieron las armas y decidieron separarse para esperar por su presa, conforme a un croquis elaborado por el ingeniero Roberto Pastoriza.
Dos vehículos esperarían por una señal de luces para bloquear la autopista y así obligar al carro del dictador a detenerse, mientras el auto persecutor atacaría el blanco entre dos fuegos. En el primer coche viajaban Imbert Barrera, conductor, De la Maza, en el asiento derecho delantero, Estrella Sadhalá y el teniente García Guerrero, sentados detrás.
Un segundo carro lo manejaba el ingeniero Huáscar Tejeda acompañado de Pedro Livio Cedeño; mientras que el tercer automóvil, conducido por Pastoriza, se aparcó en el kilómetro 9 de la autopista en dirección a San Cristóbal.
Luego de avistar el carro del déspota, Imbert de inmediato inició la persecución y tan pronto se colocó paralelo, De la Maza y García Guerrero dispararon sus armas creyendo erradamente que habían fallado y que el objetivo estaba ileso, pero en realidad no fue así.
El disparo de escopeta que hizo De la Maza dio en el blanco y resultó mortal para El Jefe. El chofer de Trujillo frenó bruscamente provocando que los atacantes los rebasaran, pero Imbert, urgido por de la Maza, giró en “U” deteniéndose a unos 15 metros de distancia del objetivo. Acto seguido los cuatro atacantes se desmontaron del vehículo, armas en mano, e iniciaron un intenso tiroteo que duró unos diez minutos.
Trujillo y su chofer también salieron del vehículo, detenido en medio del paseo central de la avenida, en posición diagonal debido a que De la Cruz quiso intentar un giro a la izquierda para regresar a la ciudad.
En medio de una lluvia de proyectiles, y con el chofer de Trujillo fuera de combate, Imbert advirtió que una persona evidentemente mal herida se tambaleaba frente al vehículo en donde minutos antes se encontraba el hombre más poderoso del país. Era Trujillo, quien se quejaba de las heridas y profería palabras ininteligibles.
Un certero disparo de Imbert al pecho del dictador hizo que se desplomara estrepitosamente a pocos metros de distancia de su atacante. En ese preciso instante, a la velocidad de un rayo, De la Maza emergió de la oscuridad de la noche y aproximándose al cuerpo del dictador, que yacía sobre el pavimento “boca arriba, con la cabeza en dirección a Haina”, le descerrajó un tiro de pistola en la barbilla, al tiempo que exclamó: “¡Este guaraguao no come más pollos!”. En cuestión de minutos Trujillo estaba muerto.
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