Micro geología
Secretos geológicos y climáticos de Bonao al descubierto
Semanas atrás, un amigo vino de California y se detuvo en Bonao. Como es muy conocido, esta región es de alta pluviometría. Créanme: mucha gente esta tan interesada en otros temas de esta realidad infinita y multiforme, que nunca hemos visto a nadie hablarnos en los periódicos –ni siquiera en los libros–, del por qué de esta pronunciada cantidad de lluvia. Cae como joyas del cielo sobre la Villa de las Hortensias.
Por estos días, necesito un meteorólogo profesional que me diga si esta es la zona del país donde más llueve. Mientras lo buscamos, sabemos de entrada que hay otras zonas muy profundas donde se le da competencia durante gran parte del año. Si alguien nos ha hablado de esto sería antológico por la importancia del tema.
Cuando vas por la carretera pasas un momento por un puente –hasta aquí llega mi memoria–, donde el río Yuna es un enorme amasijo de piedras. Acumula rocas de una edad imperecedera. Hace muchos años, pude conocer el ferroníquel (es segundo en las exportaciones después del oro), y la plata, así como otras rocas importantes con complicados nombres científicos. Tener las fotos de estas rocas hubiera sido interesante para esta página. Será en otra. Con el correr del tiempo, esto es algo que tampoco hacen nuestros científicos o nuestros analistas más realistas: determinar la edad de las rocas. No obstante, es justo reconocer que cuando vas al Parque Nacional Los Haitises, algo te dicen los guías. De manera similar ocurre cuando visitas La Cueva de las Maravillas, la que nos recordó cuando entramos al Sitio de los Tres Ojos que visitamos en la infancia y también al libro Cuevas y Carsos, una verdadera joya para geólogos. No es ocioso citar aquí a los autores que colaboraron para la escritura de este libro de alto rigor científico. Por los miembros de la Sociedad Espeleológica de Cuba: Antonio Núñez Jiménez, Nicasio Vina Bayes, Manuel Acevedo González, Joseo Mateo Rodríguez, Manuel Iturralde Vinent y Angel Grana González. Editado muy cuidadosamente, el libro fue publicado originalmente en 1984 con 434 páginas de puro asombro. Se nos habla de aguas subterráneas, rocas cálcicas, estalagtitas, estalagmitas, morfología, mogotes, sumideros, terrazas, llanuras, macizos, entre otros cientos de temas típicos de la geología y la espeleología. Menciono aquí a los fundadores de la Sociedad Dominicana de Geología: a saber, Salvador Brouwer, Edna Bueno, Bienvenido Burgos, Ramón Cáceres, Manuel del Campo, Raúl Donastorg, Gerald Ellis, Belarminio Hernández, José Hungría Morel, Robert Kulstad, Romero Llinas, Arnulfo Madera, Eugenio de Jesús Marcano, Gerald Millar, Kees Monster, Rosa NG, Dato Pagan Perdomo, Rafael Reyes Prida, Arthur Sedgallo, William Snow, Iván Tavarez, Héctor Ulloa, quienes fundaron esta sociedad en el distante 1975.
Es interesante destacar, como sí han hecho algunos escritores, que habitamos en una isla. Somos isleños, para que no se nos olvide que tenemos que ir a algún lugar de los tantos que tenemos como atractivo turístico, al menos una vez al año, y no necesariamente en Semana Santa. Una de las magias del Este es que parece no acabarse lo que ofrece. Más allá, están otras tierras. En el caso de nuestro viaje a La Cueva de Las Maravillas, vimos lo que faltaba para nuestra gran experiencia de viajeros: una iguana en su perfecto hábitat, lo que nos recordó los años noventas cuando una persona estudiante universitario, iba a la biblioteca con una iguana, vaya creatividad. No tuvimos que ir al Sur profundo para ver una iguana que como se sabe habita en climas de bosque seco.
Otro tema recurrente cuando nos acercamos a Bonao es el oro y el análisis de la cantidad que se ha extraido desde épocas de la Rosario y la Falconbrigde. Como saben los estudiosos, lo esencial es que sabemos que tenemos este commodity entre los minerales (algunos estudios dicen que hemos reducido la producción en los últimos tres años). Tuve ocasión de ir a las instalaciones de la Falconbrigde de hace muchos años, y lo que ahora recuerdo, tendría diez años, era el agua caliente casi hirviendo que salía de las llaves de los pequeños compartimientos de las barracas.
Hace menos de diez días, ese amigo me dijo que no creía que podía llamarme por el celular porque estaba cayendo agua. Otro, en el Cibao adentro, descansaba en una villa como un rey y me informaba de manera escueta: “aquí tiene tres días que es solo lluvia”.
Como muchos han pensado en el pasado, uno reconfirma entonces lo que dijimos más arriba: en Bonao cae mucha lluvia. Entre otras opciones, pensamos que será porque el sitio está rodeado de varias montañas, entre ella la Loma de Miranda, la que como todos sabemos tuvo que ser defendida (de manera guerrera) por el Padre Rogelio y un grupo de activistas hace unos años. En verdad, tengo muchos años, más de treinta que no voy a Bonao, solo paso de largo, pero sé que es verdad que llueve, lo que no he podido verificar es si el Yuna –sí, ese mismito que no sale mucho en las crónicas de hoy pero que sigue siendo importantísimo para nuestro sector industrial del arroz y otros frutos de la tierra–, toma más agua y se desborda, lo que sería motivo para tomar unas cuantas fotos para mostrar a otros y publicarlas.
En otros años, de seguro se hicieron crónicas, sobre todo en época de huracanes, donde se habla del desbordamiento de nuestros ríos. En el análisis inmediato, está claro que sí hay un grupo de ciudadanos que inspecciona estos lugares que tienen una particularidad que también escapa a muchos observadores: son lugares donde hay un alto peligro en algunas épocas del año porque los ríos tienden a tomar mucha agua y salir de su cauce, llevándose de encuentro a poblaciones enteras como ocurrió en Barahona en la fatídica Mesopotamia durante el huracán Georges. Lo cierto es que el observador sagaz de las cosas nuestras, no debería olvidar que somos una isla poblada de ríos, no los 10,000 que aseguró un literato que vio Las Casas. A través de los años, debemos también darnos cuenta que estos son un arma de doble filo: nos proveen agua para las cosechas, como hacen los canales de riego, pero también pueden ser aniquiladores de poblados enteros.
Hace dos años, en nuestro viaje a La Cueva de las Maravillas se nos explicó de manera clara y meridiana cómo funcionaba el asunto: está claro, yo pensé en la Guacara Taína cuando entré, tema que ya he tratado en otro momento.
El Yuna, como todos los de la isla, es un río histórico: cada año sus aguas irrigan una enorme cantidad de tareas cosechadas de arroz, un arroz que se sirve en las mesas dominicanas y que puede hacer decir a cualquiera que es una gran industria nacional, como ocurre con los sembradíos de uvas en Napa, la que mi amigo Californiano del primer párrafo ha visto de seguro. Muy recobrada en mi memoria, me llegan las fílmicas de ese documental de la National Geographic donde un actor reconocido iba por estas fincas mostrando cómo era todo el negocio de las cosechas. Lo cierto es aquí tenemos arroz, pero cientos de otros cultivos, cuál de todos más importante.
Aunque los viajeros las consideran necesarias, hay cierto menosprecio por la arqueología, la biología, la botánica y hasta la espeleología. Sin embargo, todas estas son ciencias importantes para conocer lo que tienes entre manos cuando te das cuenta que tienes una islita entera. Entre otros aspectos, se trata del viejo dictamen que ya vieron viajeros antiguos que escribieron sus memorias, las que atesoramos por su alta importancia histórica. Sucede que en libro como el de Antonio Sánchez Valverde se ve el reino de la isla, Quisqueya, nombre taíno.
Lo que vimos en la cueva fue una intensa humedad–ahora que hablábamos de la pluviometría de Bonao–, y nos pareció un lugar apropiado para verse varias veces en un año, volver como en la canción de Gardel. Lo cierto es que los paisajes de la isla aguantan álbumes enteros: pero el quid es no dejar de pasar las fotos del celular a la pc para no borrarlas cuando hagamos un erase general que suele hacerse, algo que nos borra muchas memorias: son muchas las fotos que se pierden, tema que tampoco es que es tan debatido o investigado quizá por carecer de importancia. Para ser modernos, en un mundo de investigaciones de mercado, marketing research, todo o casi todo está cartografiado, definido e investigado. Gracias a Dios, las preguntas que nos hacemos día con día sobre la lluvia y sobre otros miles de temas como las Cuevas y los Carsos, nos dan espacio para poder conversar en cualquier momento como ahora que nos llaman. ¡Salud!
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