Aspirante a productor

Teniendo en el pasado muy escasa importancia económica, el litio ha pasado a ser un ingrediente esencial en el avance de la revolución tecnológica

La República Dominicana aspira a ser productor de litio. Teniendo en el pasado muy escasa importancia económica, el litio ha pasado a ser un ingrediente esencial en el avance de la revolución tecnológica que nos ha dado las laptops, los teléfonos inteligentes y los vehículos eléctricos. Son estos últimos los que representan la mayor demanda potencial, dado que el tamaño de las baterías, y por ende de la cantidad de litio utilizada en cada una de ellas, es muy superior al que corresponde a un teléfono o una cámara.

La distribución mundial de los yacimientos de litio no es para nada democrática, pues están concentrados en unos pocos países. Chile lidera la lista, con un estimado de ocho millones de toneladas, seguido por Australia (2.7 millones), Argentina (dos millones) y China (un millón). En la producción, no obstante, Australia está a la delantera, seguida por Chile, China y Argentina.

Al presente nivel de uso, las reservas podrían durar hasta 150 años. Pero teniendo en cuenta el rápido crecimiento proyectado de la demanda, la búsqueda de nuevos yacimientos prosigue a un ritmo acelerado. Puede ser extraído de minas, como ocurre en Australia, pero también por evaporación de aguas subterráneas en zonas desérticas, como en Chile y Argentina.

Dado el rol que se asigna a los vehículos eléctricos en la futura lucha contra el cambio climático, es un tanto irónico que la extracción de litio de aguas subterráneas haya sido culpada de provocar daños ambientales, atribuyéndosele ser causa de sequías, siendo ésta una acusación no comprobada y aparentemente infundada. Más probable, sin embargo, es que la extracción de agua haga posible la intrusión de agua fresca, alterando la composición de las aguas en el subsuelo e impactando su entorno.

A mediano plazo, se espera que el reciclaje de baterías para vehículos podrá cubrir gran parte de la demanda, pero eso no sucederá hasta después del 2032, cuando el número de baterías usadas disponibles llegue a ser suficiente.



Doctor en Economía de Columbia University especializado en empresas, mercados, pronósticos y riesgo.