Pequeñas distorsiones

Los últimos casos de corrupción (Odebrecht, Falcón, los Pulpos...) revelan un cambio en la percepción del valor del dinero. No hablamos de millones. Hablamos de cientos, de miles de millones. Quienes llegan al poder con intenciones poco ortodoxas sufren una clara distorsión del valor del dinero, necesitan cantidades obscenas. Pero las pequeñas distorsiones, las legales, también suman y terminan por ser importantes.

Las exoneraciones de los legisladores, por ejemplo. Dinero distraído de la recaudación que se emplea en la importación de carros que son excéntricos incluso en Suiza. Más de dos mil millones de pesos durante la última década.

O los 40 millones de pesos que recibe mensualmente la Asociación Dominicana de Profesores, la ADP, que celebra esta semana sus elecciones. Tiene como “agente de retención” al mismísimo Ministerio de Educación, porque la afiliación al sindicato es automática (y por tanto obligatoria). Tan pronto un docente entra al sistema se le descuenta su cuota sindical de la nómina.

O el “retiro” de los legisladores a un hotel de playa de cuatro estrellas de La Romana para seguir discutiendo un Código Penal sobre el que debaten desde hace años y del que regresan con las mismas (in)certidumbres con las que se marcharon.

Del valor del dinero y de las distorsiones que genera hablaban los filósofos ya en la antigüedad y ahora, en el vertiginoso siglo XXI sigue despertando incógnitas.

(Hay quien usa dinero de verdad para comprar dinero imaginario: robar en criptomonedas es el próximo desafío de los corruptos...)

Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.