Justicia por propia mano

En una sociedad organizada, nada justifica que una persona o un grupo se haga “justicia” por sus propias manos.

Precisamente, el pacto social que permite la vida en comunidad, obliga a sosegarse ante el crimen, y presentar al acusado ante las autoridades judiciales.

El principio básico es que nadie puede ser juez de su propia causa.

Pero cuando las instituciones no cumplen su cometido, o la sociedad es perturbada por hechos que consternan el tejido social, muchas personas se sienten compelidas a tomar la justicia en sus manos y realizar actos sin apelación: una persona que es linchada o fusilada, por más culpable que sea, tiene que ser escuchada en sus motivaciones para determinar su grado de culpabilidad.

En estos tiempos que vivimos, los dominicanos aplauden las muertes por linchamiento o por ejecución de todos aquellos calificados de delincuentes, y eso habla muy mal de nosotros. Aparentemente, no hemos sido capaces de dotarnos de las instituciones reguladoras de la conducta que garanticen la paz social, o no entendemos que la vida en comunidad requiere cierto respeto por valores de convivencia. Así como usted no mata al vecino porque tiró basura en su patio, sino que busca que cambie su conducta, esa misma actitud se debe tener con el acusado de un crimen.

El oeste estadounidense no se arregló con linchamientos, sino con jueces. Respetemos nosotros a quienes imparten justicia y tendremos paz y sosiego. Lo otro es salvajismo.

atejada@diariolibre.com