El pobre como decorado

Antes se le llamaba “apagar un fuego”, ahora “manejo y gestión de crisis”. Se puede reunir a un comité de expertos de una consultora... o llamar a Gustavo Montalvo.

En el caso de la malograda graduación del Plan Quisqueya Aprende Contigo, el circunspecto funcionario tiene un trabajo difícil si de verdad quiere “desfacer el entuerto”, que diría Don Quijote...

Porque el problema real no es el de exagerar el número de alfabetizados. El problema es la manipulación clientelar de los pobres en un acto proselitista. Ni siquiera la utilización de “la pobreza” sino la de hombres y mujeres pobres, personas reales a las que se lleva y trae como parte de un decorado que el político necesita ver desde su podio.

¿Puede Montalvo enfrentar ese tema? ¿Su partido es capaz de romper el círculo populista/clientelista que le da votos y mantiene a los pobres en sus sillitas, formales y disciplinados?

Contrarrestar el mal efecto de los falsos graduandos es relativamente sencillo. Se junta a unos cuantos alfabetizados reales (que por supuesto los hay) y se les invita a hablar en actos del presidente. Total, somos de memoria corta y acabar con el analfabetismo en el país tiene la simpatía de todos.

La falsa graduación desnudó de la manera más desagradable posible el papel de los infelices en las campañas. Son el decorado, el atrezzo de una función.

Así se ganan elecciones. Utilizando al desvalido, engañando al ciudadano y repitiendo métodos del siglo XIX mientras se ofrece gobernar con la vista en el futuro.

IAizpun@diariolibre.com