El futuro de la democracia
El caso Coral encerraba, desde que comenzó la operación, una clara advertencia: no iba a poder detenerse. Los que decidieron las primeras detenciones sabían que habrían de tirar del hilo hasta el final. No es un caso de corrupción como los que se acostumbra a engavetar.
El caso Coral desnuda el entramado de corrupción de la clase policial y militar. El sistema que explica el enriquecimiento de su cúpula (de sus sucesivas cúpulas) y el funcionamiento de un cuerpo armado legalmente que funciona con todas las ilegalidades posibles. Y que además están asumidas en la psiquis nacional. Corrupciones de todos los tamaños que involucran por acción y por omisión a miles de ciudadanos. ¿Cómo detener lo que se comenzó?
El caso Coral es uno de los más importantes para la democracia dominicana que jamás se ha iniciado.
Aún entendiendo todo lo anterior, las denuncias del sábado de que habrían sido detectados movimientos contra la seguridad de los fiscales que investigan parecieron en principio alarmas infundadas. “No, aquí no pasan esas cosas”. “No, nadie se atrevería a atentar contra Yeni Berenice...” Pero el comunicado de la magistrada Germán, el domingo, dejaba claro que sí había indicios de “acciones que comprometían la seguridad de diligencias que se realizan en el contexto de la Operación Coral”.
Es el momento de dar absoluta confianza y apoyo al cuerpo de fiscales que trabajan en la operación Coral, a los que investigan el sabotaje en el aeropuerto de Las Américas, a los que debaten en el tramo final del caso Odebrecht, a los que revisan los 500 casos...
Nos jugamos nuestro futuro.
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