¿Asunto personal o cuestión de Estado?

Veamos... se suponía que el PLD es el partido político más organizado. Frente a la “creatividad” reformista o perredeísta, los morados eran un disciplinado batallón que pensaba siempre en el bien común. Aunque solo fuera en su bien común.

Pero estamos en un nuevo escenario. Nadie se fía de nadie. No saben ni cómo elegir su propio candidato. Si las primarias son abiertas... eso beneficia a Danilo, piensan unos. Si son cerradas... eso juega a favor de Leonel, mascullan los otros. (O viceversa, da lo mismo.)

Los reformistas nos tienen acostumbrados a pasar más tiempo en los tribunales que en su propia sede. Los perredeístas de hoy se arriman a cualquier fórmula que les permita quedarse con una porción de poder, y defenderán siempre el método que impida que les cuenten los militantes. Los perremeístas andan por los caminos reclutando y organizando sus huestes.

La novedad, pues, es la incapacidad peledeísta de disimular sus desencuentros. Si no se fían unos de otros... ¿cómo confiar en su discurso sobre la transparencia como norte de su gestión de gobierno?

Están convirtiendo un problema interno en una cuestión de Estado. Estas dudas trascendentales no son más que maniobras para retrasar la solución de un conflicto personal. En todos los partidos, en todo el mundo, surgen enfrentamientos internos, corrientes de opinión. Suben unos, bajan otros. Lo que pretenden los peledeístas es eternizar el empate... y eso no funciona.

El partido del “progreso”, del “p’ alante”, está atascado. La pregunta es si su incapacidad de desatascarse debe ser un problema nacional.

IAizpun@diariolibre.com