La línea roja
Pedro Sánchez y su legado de frivolidad y controversia
Pedro Sánchez pasará a la historia (todos los presidentes pasan de alguna manera) como ejemplo de lo que un político frívolo es capaz para retener el poder.
Algunos de los casos de corrupción que se investigan en España le silban cerca, y varios terminan en investigaciones de desvío de dinero a República Dominicana. Cada día, en los medios españoles, el país aparece asociado a alguna trama de lavado. Peligrosa publicidad.
Pero la línea roja que ha cruzado el presidente del gobierno de España es más política que económica. Los delitos de corrupción que involucran a su gobierno y familia están siendo todavía investigados o en los tribunales pero los atropellos políticos e institucionales ya se han ejecutado.
Sánchez se olvidó de la decencia democrática –es decir, de la democracia misma- cuando decidió que su vida en Palacio valía una alianza con los pro etarras de Bildu. Decir eso no es difamar; para ellos es un orgullo. Pro etarras, filo etarras… o terroristas con delitos de sangre directamente.
Con su Fiscal General imputado por revelación de secretos, Sánchez se ha rodeado de una corte de abducidos que retuercen la verdad hasta resultar patéticos. Los ataques a la prensa crítica son continuos y el asalto a las instituciones colocando a sus fieles marca su gobierno.
El PSOE ha perdido todas elecciones de los últimos dos años, pero sus alianzas con partidos supremacistas (de derecha e izquierda) le “aseguran“ el poder. España tardará en recuperarse del daño que esta etapa del PSOE ha infringido a su democracia. A final, lo que hayan robado (tendrá que decirlo la Justicia, no la prensa) no es comparable con el destrozo de las instituciones, la degradación de la democracia y la crispación política y social que ha cultivado.
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