Exiliados o no

Hay periodistas exiliados por las dictaduras y los narcotraficantes. Y periodistas autoexiliados de la profesión porque ya no creen en ella. Mejor hacer negocios que asumir que hacer periodismo es difícil, cansado y conlleva muchas decepciones además de enormes satisfacciones. No cualquiera puede ser periodista. Ni siquiera todos los periodistas son periodistas.

La Sociedad Interamericana de Prensa (SIP) ha concedido el Gran Premio a la Libertad de Prensa 2024 al Periodismo en el Exilio. A todos esos colegas que obligados, dejan su patria por la represión política o las amenazas del crimen organizado. Que tan peligrosos son los dictadores como los criminales para la libertad de prensa.

El mensaje es claro: Latinoamérica vive una ola de populismo represivo y la libertad de prensa, ese síntoma de salud democrática, está en retroceso. Dice la SIP que ha documentado “en los últimos dos años un aumento creciente en el número de periodistas exiliados, principalmente de países como Nicaragua, Venezuela, Guatemala, Cuba, Ecuador y de desplazados internamente en México y Colombia. El fenómeno también incluye a los medios de comunicación, particularmente en Cuba, Nicaragua y Venezuela, algunos de los cuales tienen sus operaciones en el exterior debido a que son víctimas de persecución sistemática.”

Hay diferentes vías para reprimir la libertad de prensa y no necesariamente son las que sufren los colegas de esos países. La publicidad estatal concentrada en medios amigos. Las subvenciones directas a comunicadores o asesores afines dejando fuera a los periodistas críticos. Los bajos sueldos que obligan al pluriempleo y abarata la calidad del trabajo. La autocensura por comodidad, por impotencia o por cansancio. La nula formación en deontología periodística. La crisis económica de los medios. Y siempre… la falta de convicciones ideológicas.