Teletrabajo

De las reformas pendientes, la del Código de Trabajo no es una de las menores. El mundo laboral ha cambiado: hay nuevas profesiones y más tecnología, aunque se enquisten en algunos sectores los mismos sueldos o permanezcan inmutables los valores intrínsecos de cualquier empleo. También actúan otros protagonistas: ni los trabajadores ni los empleadores son los mismos que hace 30 años.

Que las grandes firmas tecnológicas mundiales estén tratando (amenazas de despido incluidas) de que sus empleados vuelvan al modo presencial, después de imponer el teletrabajo pandémico es una señal de lo complicado que está el asunto. ¿Teletrabajo? Sí, claro. Pero depende cómo, cuándo y dónde.  

Aunque su función lo permitiera, no todos los trabajadores disponen de  las condiciones adecuadas. Desde la energía eléctrica a un internet constante y potente, pasando por la computadora adecuada y de uso no colectivo en el hogar, por ejemplo, las limitantes físicas son muchas.

Vienen después otras: hábitos de trabajo, espacio adecuado, pluriempleo. O las responsabilidades que puede o debe contraer la empresa. ¿Debe pagar el internet, proveer una computadora? ¿Existe la cobertura de accidente laboral en caso de que éste ocurra en la casa mientras trabaja? ¿Cómo se miden las horas, hace falta medirlas? ¿Cómo se compensa la interacción con otros compañeros, la colaboración directa y personal, las ideas compartidas y enriquecidas? 

Por supuesto, todo depende de la profesión o el oficio. Habrá empleados que rindan más sin tener que tirarse cada día a la jungla del tránsito, trabajadores o jefes cuyos compañeros quisieran que se quedaran en casa, y empresas que verán en el teletrabajo un ahorro importante... 

(Falta mucho por cuadrar.)