Mundo propio

Ni siquiera la soledad es lo que era, porque solos en su habitación... están conectados

Uno de los efectos más peligrosos de las redes sociales en niños y adolescentes es la pérdida del sentido del mundo propio. La intimidad, la privacidad, han desaparecido de sus códigos mentales y han perdido ese tesoro.

Ni siquiera la soledad es lo que era, porque solos en su habitación... están conectados. 

Viven hipervigilados. No pueden caminar con la libertad con la que otras generaciones lo hicimos. Probablemente aquellos jovencitos que se creían invisibles a la autoridad familiar no lo eran tanto, pero por lo menos se aprendía desde muy temrpano a gestionar la autonomía, a solucionar “problemas”, a evadirlos o enfrentarlos. Y autonomía y libertad se parecen bastante.

Hoy esa oportunidad de hacer cosas prohibidas o aquellas pequeñas rebeldías solo se desarrolla en el mundo digital. Las relaciones sociales están matizadas y pasan por el filtro de las pantallas. Aprenden a aparentar (que es mentir) en su Instagram, a pelear o criticar desde el anonimato de las redes, a chantajear si es preciso, sin dar la cara.

Así, el sexting reúne todo lo perverso que puede sufrir un niño, un adolescente. Manejar mal su intimidad, sus primeras relaciones sentimentales o sexuales. Exponerse a la burla y al acoso de sus pares. A ser excluidos del grupo, a las comparaciones malsanas.  Y peor aun, que las fotos que ellos mismos compartieron terminen siendo material de circuitos de pornografía infantil. Y claro, más víctimas ellas que ellos.

Sin idealizar el pasado, el mundo virtual tiene inconvenientes. Y estos son más graves en las edades en que todavía no se entiende el mundo real. 

Gestionar lo privado es una de las lecciones más importantes de la vida. 

Inés Aizpún es una periodista dominicana y española. Ha recibido el premio Caonabo de Oro, el Premio de la Fundación Corripio de Comunicación por su trayectoria, y el premio Teobaldo de la Asociación de Periodistas de Navarra.