Así no se vale

La Asociación Dominicana de Profesores (ADP) compite en eficacia sindical con el Colegio Médico Dominicano. Ambos tienen una militancia disciplinada, presta a ahorrarse la jornada en defensa de sus intereses, arrodillar al gobierno o simplemente incordiar. Creemos en el sindicalismo, sobre todo si actúa con sentido de clase.

Los médicos son más comedidos y alejados del brujuleo en política. Comparten con los maestros un trazo del retrato grupal: su fuerza reside en el sector público. Maestros y facultativos de los centros privados nunca hacen huelga, piquetes o se les oye clamar como si estuviesen en la oposición. No se pierden.

Como una fórmula de permitir el desarrollo de una verdadera conciencia de clase, el Estado debería propiciar que los profesores, más que los clínicos, participen más activamente en los asuntos gremiales. Que la cuota de la ADP se descuente por nómina (el uno por ciento del salario) despoja al profesor del noble acto de compromiso y conciencia que sería la entrega completamente voluntaria del óbolo mensual. Facilita la contribución que el banco encargado de las nóminas públicas tenga una plataforma de alta sofisticación tecnológica para transferencias instantáneas.

Cada mes, el Ministerio de Educación le deposita a la ADP sesenta y dos millones de pesos, producto de los descuentos directos a los maestros. Esa suma seguramente aumentaría si la contribución de los agremiados fuese espontánea, liberada de la camisa de fuerza que es la deducción forzosa cada día 25. Ignoro qué lección mal aprendida priva a los profesores de iniciar paros escalonados para forzar a Educación a discontinuar esos descuentos arbitrarios que contravienen la libertad sindical. Desde ya, apoyo con letras esas nuevas reivindicaciones del maestro público.