Tensión y cansancio en Israel a la espera de la anunciada respuesta iraní

Estados Unidos y Europa piden a Irán que renuncie a las amenazas contra Israel

Un soldado israelí empuja un cochecito frente a las murallas de la Ciudad Vieja de Jerusalén. (Fuente externa)

Estados Unidos advierte de un "importante" ataque iraní contra Israel esta misma semana, uniéndose a varios países europeos para pedir a Teherán que "renuncie" a él. En respuesta, Irán rechazó el martes 13 de agosto este llamamiento, alegando que no pedía "autorización" para tomar represalias contra su enemigo jurado, al que acusa de haber asesinado en su suelo al líder del movimiento palestino Hamás, Ismail Haniyeh.

El presidente iraní Masud Pezeshkian ha declarado que su país tiene "derecho a responder" a cualquier agresión contra él. Y el martes por la mañana, Teherán rechazó un llamamiento de los países occidentales para que abandonara sus amenazas contra Israel, afirmando que no pediría "autorización" para tomar represalias contra su enemigo jurado, al que acusa de haber asesinado al líder político del movimiento palestino Hamás, Ismail Haniyeh, en su suelo el 31 de julio. Teherán y sus aliados regionales en Líbano, Irak y Yemen afirman que el atentado fue perpetrado por Israel y amenazan a este país con represalias armadas.

Sin embargo, estas declaraciones deben tomarse con cautela. Los funcionarios estadounidenses ya han predicho varias veces la inminencia de un atentado, dando incluso fechas precisas. Pero desde el asesinato de Ismail Haniyeh, y la víspera de su muerte el de Fuad Shokr, jefe militar de Hezbolá en Líbano, no ha ocurrido nada. La gran contraofensiva anunciada no ha tenido lugar.

Mientras tanto, Estados Unidos ha aumentado considerablemente su presencia militar en la región. También está intensificando la presión diplomática. Según la prensa israelí, se espera que Antony Blinken, Secretario de Estado norteamericano, llegue a la región este martes por la noche.

Está previsto que el jueves comiencen nuevas negociaciones para un alto el fuego en Gaza y la liberación de los rehenes. Pero, por el momento, Hamás no parece querer participar. Prefiere, dice, ceñirse a un plan presentado hace dos meses por Joe Biden.

¿Degenerará la situación en una guerra a gran escala o dará paso a nuevas negociaciones? Nadie lo sabe realmente. En Israel, en cualquier caso, la gente se mantiene a la espera. El ejército afirma estar en su máximo nivel de alerta. Eso sí, sin dar más instrucciones a la población.

En el norte de Israel, muy cerca de la frontera libanesa, la población convive a diario con las alertas de cohetes, con gran hastío. Sobre todo, en Kiryat Shmona, donde el 90% de la población ha sido evacuada desde el 7 de octubre, la mayoría de los residentes que quedan desearían que estallara rápidamente una guerra y se pusiera fin a ella, para que sus familias que se han marchado puedan regresar.

En Jerusalén, el lunes por la noche comenzó Tisha Be'Av, día de ayuno en memoria de la destrucción de los dos templos. Muchos religiosos rezaban frente al Muro de las Lamentaciones. Algunos recordaban que la guerra de 1973 se inició en un día de conmemoración, Yom Kippur. Pero en Tel Aviv, el ambiente era completamente distinto. Este fin de semana, las playas estaban abarrotadas y la gente estaba de fiesta. Una actitud despreocupada, quizá sólo en apariencia.

Los israelíes son conscientes de que un ataque de Irán y sus aliados podría producirse en cualquier momento. Están preocupados, pero en general, la población dice sentirse protegida por su ejército, gracias al escudo antimisiles y a la presencia de numerosos refugios.

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