Las líneas rojas dificultan el futuro político de Francia

El futuro del NFP en la Asamblea Nacional

Olivier Faure, secretario general del PS, partido en Francia. (Fuente externa)

Las luchas intestinas de la izquierda podría complicar el futuro del Nuevo Frente Popular, ganador de las legislativas del 7 de julio pasado. Ningún bloque ha conseguido una mayoría sólida en la nueva Asamblea Nacional, cuya primera sesión será el próximo 18 de julio. Macron guarda silencio por el momento, algo criticado en la izquierda. Los líderes de izquierda esperan tener un nombre esta semana para el puesto de primer ministro.

Las líneas rojas y los vetos cruzados marcan las negociaciones que estos días se están produciendo entre diferentes formaciones políticas francesas. La coalición de izquierdas Nuevo Frente Popular dio la sorpresa el domingo al ganar las elecciones legislativas en Francia, pero lejos de la mayoría absoluta en una Asamblea Nacional con una derecha reforzada. ¿Logrará gobernar? Los líderes del NPF expresaron su voluntad de un gobierno propio, pero con apoyos parlamentarios, que se vuelven difíciles cuando el resto de fuerzas oscilan entre el centroderecha y la extrema derecha.

Por su parte, el ala más a la derecha del bloque macronista y Los Republicanos especialmente empiezan a tantear por su lado si suman suficientes escaños para hacer una contrapropuesta de gobierno. Esto le evitaría a Macron una cohabitación con la izquierda que, aunque menos conflictiva que la de la extrema derecha que todos temían, también sería incómoda para el mandatario centrista.

"El presidente debe dirigirse inmediatamente al NFP para permitirle formar gobierno", reclamó este martes la coalición a  Macron, criticando su decisión de mantener a su primer ministro, Gabriel Attal, "por el momento".Las diferentes tendencias de esta coalición --socialistas, ecologistas, comunistas e izquierda radical-- obtuvieron unos 193 de los 577 diputados, seguidos de la alianza de centroderecha de Macron, con al menos 160.

 "No contesto la posibilidad de la izquierda para gobernar", "pero a 100 escaños de la mayoría absoluta (...), hay que ser realistas", afirmó el canciller Stéphané Séjourné en el diario Le Monde.

"Estaremos abiertos" a los "macronistas de izquierda" que podrían identificarse "con los fundamentos del NFP", cuyo programa debe servir de "brújula", dijo la socialista Johanna Rolland. Pero en el seno de una coalición con varias sensibilidades, Manuel Bompard, del ala radical, se mostró menos conciliador, asegurando que corresponderá al resto de grupos decidir si votan sus propuestas o los "derrocan".

El papel del PS ante Mélenchon, clave

Si hay un partido que ha salido victorioso y reforzado de las legislativas francesas, ése es sin duda el partido socialista. Con un crecimiento en diputados de más del doble de lo que tenían, pasan de 31 a 65, ahora pueden hacer de contrapeso a Jean-Luc Mélenchon, líder de la Francia Insumisa, que queda con 76 asientos. Esta correlación de fuerzas es fundamental para entender lo que se negocia estos días en Francia y que puede determinar el futuro político del país. 

La puesta en escena de esa batalla interna en la izquierda se acentúa cada día. Mélenchon fue el primer líder en salir a hablar en la noche electoral intentando capitalizar la victoria. Lo hizo una vez más para marcar una línea roja, ser "fiel al programa del NFP" a sabiendas de que figuras centristas son reticentes de muchas de sus medidas. 

Se trata, para la izquierda radical, de dirigirse más a su parroquia que de querer formar gobierno porque para que la izquierda pacte con el centro sería necesaria una actitud menos maximalista que la de Mélenchon. De momento el secretario general del PS, Olivier Faure, ya se presenta dispuesto a ser candidato al igual que otras figuras de la Francia Insumisa del sector crítico con su líder y con las corrientes antisemitas.

Una de las más populares es la diputada Clementin Autin, que tal y como hizo el también crítico François Ruffin, ya le han dicho a Mélenchon que él no puede ser candidato porque no le quieren ni los votantes ni siquiera dentro del propio Frente Popular. Una tesis que comparten las otras dos formaciones de la coalición, los ecologistas y los comunistas.

El PS espera que la guerra interna de los insumisos se resuelva a su favor, con el triunfo de los críticos con Mélenchon para facilitar un candidato de consenso que pudiese tener apoyos desde fuera del movimiento. Francia parece en estos momentos instalada en un compás de espera hasta que la izquierda decida con qué alma quiere presentarse ante Macron como candidata, pero sabiendo que sólo desde una posición moderada socialdemócrata y europeísta va a poder tener la llave del gobierno.

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