Localizan y premian la mejor baguette de París

Tharshan Selvarajah, un panadero del distrito 20 de París, ganó el miércoles el Gran Premio a la mejor baguette de la capital, que celebra su 30º aniversario después de que el símbolo francés fuera declarado patrimonio inmaterial de la humanidad.

El creador de la mejor baguette de París se llama Tharshan Selvarajah, tiene 37 años, y está al frente del horno de la panadería "Au levain des Pyrénées", situada cerca de la Plaza de la Nación.

Su baguette fue elegida por un jurado entre 175 candidatos tras pasar toda una tarde probando panes.

 Además de un premio de 4,000 euros y "una reputación que va mucho más allá de las fronteras de París", Selvarajah ha conseguido el derecho a abastecer al Palacio del Elíseo "en función de su capacidad de producción", declaró Olivia Polski, adjunto de la alcaldesa de París, que organiza cada año el concurso en colaboración con el sindicato de panaderos del Gran París.

"Nunca imaginé esto cuando era joven en Sri Lanka. ¡Llegar a entregar pan al presidente francés algún día!, declaró al diario Le Parisien.

El panadero decidirá si quiere llenar la panera presidencial, de todos modos, el ganador "multiplica al menos por dos su producción de baguettes”, asegura Franck Thomasse, presidente del Sindicato de Panaderos.

De los 1,122 panaderos de París, 175, es decir, más del 10 %, probaron suerte entregando su baguette en la prestigiosa sede del sindicato, en la isla Saint-Louis.

Cada baguette estaba marcada con una anilla numerada para garantizar el anonimato de los candidatos. Divididos en tres grupos para una votación a dos vueltas, los cerca de quince miembros del jurado, entre ellos seis parisinos elegidos por sorteo, probaron cada uno un total de 62 baguettes.

Las baguettes recibieron una puntuación por cada uno de los cinco criterios: horneado, sabor, miga, panal y aspecto. Debían medir entre 50 y 55 cm, pesar entre 250 y 270 gramos y tener un contenido de sal de 18 gramos por kilo de harina.

Clasificada a finales de noviembre como patrimonio inmaterial por la Unesco, la baguette francesa es también un "objeto cotidiano" y un "producto muy accesible para todos", subrayó Olivia Polski.

Con su corteza crujiente y su miga blanda, la baguette, que apareció en París a principios del siglo XX, es hoy el pan más consumido en el país.

Cada día, doce millones de consumidores franceses pasan por la puerta de una panadería y más de seis mil millones de baguettes salen de las panaderías cada año.