La batalla por el ‘swing state’ de Michigan entre Kamala Harris y Donald Trump

Ha iniciado la batalla de los candidatos presidenciales por el estado industrial de Michigan

La candidata demócrata y vicepresidenta de Estados Unidos, Kamala Harris, en un mitin en Flint, Michigan. (Fuente externa)

Quedan cuatro semanas para las elecciones presidenciales estadounidenses, y son los ‘swing states’ (estados que pueden decantarse por uno u otro partido) los que acaparan toda la atención.

Ahí es donde se votará: en Nevada, Georgia, Arizona y Carolina del Sur, así como en los estados del Medio Oeste: Pensilvania, Wisconsin y Michigan. Hoy nos centramos en Michigan, el Estado industrial de los Grandes Lagos que hay que conquistar para ganar las elecciones presidenciales.

Historia del estado

Históricamente, este estado industrial tiende a votar a los republicano. Fue Bill Clinton quien dio la sorpresa en 1992 al ganar Michigan para los demócratas.

Los votantes se mantuvieron fieles al partido del burro hasta 2016, cuando un tal Donald Trump logró seducir a los obreros de la industria automovilística, frente a una Hillary Clinton que ni siquiera había hecho campaña en Michigan, tanto daba por hecho su victoria en el estado.

Es un trauma que aún hoy persigue a los demócratas. Hace cuatro años, Joe Biden consiguió devolver el estado al campo demócrata. Pero este año, los resultados parecen estar muy reñidos entre Kamala Harris y Donald Trump.

Tienen que luchar por cada voto, y por eso viajan regularmente a este estado, que cuenta con 15 electores.

Dos grupos de votantes serán decisivos: los afroamericanos y los árabes-americanos. Michigan no sólo es el estado con la mayor comunidad árabe-musulmana del país, sino que también alberga una de las mayores comunidades negras (la mayoría de los habitantes de Detroit son afroamericanos).

Estos dos electorados, que en su día se ganaron a los demócratas, podrían darles en parte la espalda este año.

El tema de Gaza

La guerra de Gaza ha llevado a muchos árabe-americanos a distanciarse del presidente Joe Biden, criticado por su apoyo a Israel. Aunque Kamala Harris muestre más empatía hacia los palestinos, no es seguro que esto se traduzca en votos.

Lo mismo ocurre con los afroamericanos, que esperan compromisos reales, sobre todo financieros. Suelen ser los más afectados por la inflación y el aumento del coste de la vida. Su movilización será crucial para Kamala Harris si quiere ganar este Estado el 5 de noviembre.

Las encuestas han demostrado que una de las razones por las que Hillary Clinton perdió Michigan en 2016 fue la caída de la participación en el condado de Wayne, que incluye Detroit y sus suburbios.

Así que no es casualidad que el equipo de Kamala Harris se centre en esta ciudad, haciendo hincapié en la comunidad afroamericana.

Todas las encuestas muestran que la economía sigue siendo la principal preocupación de los votantes de Michigan, por delante de la calidad de vida y la inmigración. Según un informe publicado por NPR, “ambos partidos intentan centrarse en la economía”.

Los anuncios del Partido Republicano aseguran que Joe Biden y Kamala Harris son los responsables de la inflación, mientras que los mensajes de la vicepresidenta destacan los proyectos para mejorar la situación de la clase media y critican los recortes fiscales de la era Trump por favorecer a los más ricos.

En un intento por recuperar Michigan, Donald Trump intenta reconquistar a los obreros de la maltrecha industria automovilística que votaron a Joe Biden en 2020. Ha resucitado su vieja promesa (incumplida) de 2016, prometiendo convertir Michigan en la “capital mundial del automóvil”.

Kamala Harris también aspira a ganarse a los trabajadores del Rust Belt, la región industrial del noreste de Estados Unidos a la que pertenece Michigan, pero la tarea está resultando complicada.

La prueba: dos importantes sindicatos, el de camioneros y el de bomberos, ambos tradicionalmente pro demócratas, han decidido este año no apoyar oficialmente a ningún candidato.

Como señala el New Yorker, una posible victoria de Kamala Harris también depende de esta pregunta: “¿Podrá evitar que los obreros voten a Donald Trump?”.

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