India: 40 años después, la catástrofe química de Bhopal sigue contaminando el presente
Sobrevivientes y activistas exigen responsabilidad a las multinacionales Union Carbide y Dow Chemical
El 2 de diciembre de 1984, una fuga de gas tóxico en esta ciudad del estado de Madhya Pradesh provocó la mayor catástrofe industrial de la historia. Al menos 20,000 personas han muerto desde entonces como consecuencia de la contaminación.
Los supervivientes y sus descendientes siguen sufriendo y exigen justicia en este caso, que se ha convertido en un símbolo mundial de la impunidad de las multinacionales.
El inicio d ela catástrofe
En el frío invierno del norte de la India, los habitantes de Bhopal se despertaron vomitando, con las vías respiratorias y los ojos quemados, y con una tos violenta y dolorosa.
Aún no lo sabían, pero habían respirado, entre otras cosas, isocianato de metilo, un gas 500 veces más tóxico que el cianuro de hidrógeno. Era el 3 de diciembre de 1984 y la pesadilla de Bhopal había comenzado.
Unas horas antes, una fuga en la planta de pesticidas de la multinacional estadounidense Union Carbide, en pleno centro de la ciudad, había esparcido una nube de gas mortal por toda la ciudad. Sólo ese día, varios miles de personas murieron por asfixia, edema pulmonar o edema cerebral.
El sufrimiento fue tal que “rezamos a Dios para morir pronto”, recuerda Rashida Bi, que entonces tenía 25 años.
Pero lo peor estaba por llegar. Cientos de miles de personas resultaron contaminadas y 20,000 morirían por complicaciones en las décadas siguientes.
“Bhopal se recuerda sólo por el espectáculo de sus consecuencias inmediatas, pero fue una tragedia lenta y progresiva, tanto en el tiempo como en el espacio”, escribe Nikhil Deb, especialista en justicia medioambiental y autor de Slow Violence and the Gas Peedit in Neoliberal India (Oxford, 2021).
Secuelas de la tragedia
Hoy, su calvario continúa. “Se calcula que más de 150,000 personas expuestas al isocianato de metilo siguen luchando contra enfermedades respiratorias, gastrointestinales, neurológicas, oftalmológicas o psiquiátricas”, señala el informe la revista científica The Lancet publicado el 30 de noviembre, “40 años después de Bhopal: efectos continuados sobre la salud”.
No existe un “síndrome de Bhopal”, sino una “constelación de síntomas atribuibles a la catástrofe”.
“No sabemos cuándo acabará el horror. Los niños que estaban en el útero en el momento de la catástrofe nacieron enfermos. Las nuevas generaciones tienen un índice alarmante de cáncer”, declaró a RFI Rachna Dhingra, activista que dirige la ONG Grupo Bhopal para la Información y la Acción.
“Bhopal no ocurrió hace 40 años, Bhopal lleva 40 años”, prosigue la activista, que lleva desde 2003 luchando junto a las víctimas sobre el terreno para exigir justicia.
Rápidamente se estableció que la negligencia industrial de Union Carbide, empresa estadounidense ahora disuelta en el gigante Dow Chemical, fue la responsable de la fuga apocalíptica.
También se acusa a la empresa de verter residuos tóxicos en el medio ambiente, provocando una contaminación a largo plazo de las capas freáticas de la región y de sus habitantes.
Según los activistas, Union Carbide y Dow Chemicals llevan buscando eludir su responsabilidad desde 1984.
“Sabotean el caso utilizando técnicas conocidas por las multinacionales: retrasar los plazos, no acudir a los tribunales, negarse a reconocer la competencia de la justicia india”, explica a RFI Satinath Sarangi, una figura clave en Bhopal que abrió una clínica para las víctimas en 1996.
La indemnización
En concepto de indemnización, Union Carbide pagó en 1989 un total de 450 millones de euros a las víctimas.
Una suma irrisoria en comparación con el número de personas afectadas, afirma Satinath Sarangi. “El 93% de las víctimas recibieron menos de 300 euros. Además, ninguno de los responsables ha sido condenado y el gobierno estadounidense siempre se ha opuesto a su extradición. Se trata del mayor crimen industrial de la historia y queda impune”.
En pleno centro de la ciudad, el emplazamiento contaminado de la antigua fábrica nunca se ha limpiado.
“Costaría millones de euros, pero nada fuera del alcance de una multinacional”, afirma Rachna Dhingra. Los sucesivos gobiernos indios nunca han sustituido realmente al contaminador que debería haber pagado, proponiendo sólo planes de limpieza superficiales que han provocado la hostilidad de los grupos de supervivientes.
Aunque se dispone de datos sobre los efectos en la salud, el daño económico causado por el desastre de Bhopal es incalculable.
“¿Cuál es el coste de todos esos niños que no fueron a la escuela porque sus padres estaban enfermos y tuvieron que trabajar?”, se pregunta Rachna Dhingra. “El gobierno nunca ha realizado un estudio sobre las exorbitantes consecuencias socioeconómicas de la tragedia”, acusa.
Por último, se ha acusado al gobierno indio de diluir las salvaguardias industriales de la Ley (de Protección) del Medio Ambiente, aprobada en 1986 para evitar otro Bhopal. Desde Covid se han desmantelado en gran medida en nombre de la recuperación económica.
“La triste realidad es que en India se obtienen todos los permisos y se eluden todos los controles pagando a la persona adecuada”, afirma Satinath Sarangi. “Hoy, el país está salpicado de mini Bhopals, zonas industriales que contaminan a la población local, a menudo de las castas más bajas”, asegura.
“La catástrofe de Bhopal podría haberse evitado y también podría haber permitido a los actores implicados rectificar sus errores”, afirma Nikhil Deb, profesor de la Universidad Politécnica Estatal de California.
“En lugar de ello, el Estado indio y los agentes privados, impulsados por la creciente privatización y el clima de inversión extranjera, agravaron el sufrimiento de la población”, agrega.
Aunque la historia aún no haya satisfecho sus reclamos, los activistas se niegan a rendirse. El lunes organizaron el envío de miles de cartas de víctimas al primer ministro, Narendra Modi, pidiéndole que tomara medidas.
Anteriormente habían recurrido al Tribunal Supremo para exigir que se ampliaran las reparaciones. “Seguiremos luchando porque el precedente de Bhopal, el mayor crimen industrial de la historia, concierne al mundo entero”, promete Satinath Sarangi.
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