Los niños que crecen en las cárceles de Bolivia padecen carencias fundamentales

La lucha de niños que viven con sus madres en prisión

Niños bolivianos en cárceles y su derecho a la infancia. (Fuente externa)

Bolivia es uno de los pocos países con niños viviendo dentro de las cárceles. Se permite únicamente cuando conviven con su madre, mientras esta cumple sentencia, nunca con varones en el entorno. Aun así, su presencia en las cárceles les puede marcar de por vida.

La Defensoría del Pueblo ha denunciado problemas de alimentación, salud y educación.

No son muchos, en torno a centenar y medio en el país, pero su situación no deja de llamar la atención. Bolivia permite que los niños de hasta 6 años puedan vivir en las cárceles con su madre mientras esta cumplen una pena.

Reforma de la ley

Antes podían hacerlo también en prisiones masculinas y hasta los 17, pero una serie de casos graves, incluyendo violaciones o prostitución, provocaron una reforma de la ley en 2018. Pese a ese cambio, la Defensoría del Pueblo ha denunciado que aún queda mucho para garantizar los derechos de los niños que crecen tras los barrotes.

Destaca tres problemas: Alimentación deficiente, mal cuidado de la salud ante la ausencia de especialistas y un acceso limitado a la educación.

“No sólo es un tema de alimentación y educación, que obviamente está afectado, porque estos niños, cuando viven unas cárceles, están también en una situación de reclusión”, explica a RFI Gladys Villazón, gestora de programas de Aldeas Infantiles en Bolivia y trabajó con niños en la cárcel de San Pedro.

“Viven en espacios muy pequeños porque ahí los presos tienen un espacio determinado. Eso obviamente afecta en el tema de su desarrollo. Con el propósito de que no puedan correr ningún riesgo, los encierran en estos espacios que tiene el preso destinado, porque afuera de sus cuartos realmente es mucho más riesgoso, toda vez que el ambiente donde viven estos niños, son con presos delincuentes que han cometido delitos. Aquí en Bolivia están mezclados los presos en las cárceles, no son separados por tipo de delitos”, advierte Villazón.

Mauricio Alfaro es igualmente gestor de programas en la ONG Aldeas Infantiles y trabajó en el mismo proyecto en la prisión de San Pedro. Para él, no basta con garantizar ciertos derechos al niño en la cárcel, sino que hay que evitar que las familias acaben en prisión.

“Ha habido diferentes iniciativas para que puedan tener una vida lo más normal. Por ir al Colegio de poder salir, pero no es suficiente. La primera medida que se pensó hacer fue que vayan a centros de acogida, pero la mayoría tenían sus familias. Si han ingresado a los penales. Sin duda es por un tema de necesidades, de bajos recursos. Hay que dar una medida de prevención, de apoyo a la familia, integral, por ejemplo que existan programas que apuesten por lo que es la prevención del abandono. Dar apoyo a las familias dependiendo su situación. En algún caso, podrá ser económico u otro tipo de medidas de apoyo a las familias, microemprendimientos, desarrollo de capacidades en los cuidadores. Brindar educación adecuada y gratuita para los niños”, agrega Alfaro.

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