La responsabilidad de la industria forestal en los megaincendios en Chile
Adaptarse al cambio climático y restaurar la biodiversidad es ahora un reto para Chile si quiere evitar que se repitan una vez más estos megaincendios.
Los megaincendios en Chile han devorado cientos de miles de hectáreas de bosques. Esta tragedia, que se suma a la del 2017 cuando ocurrieron incendios de magnitud similar, obliga a Chile a repensar su modelo de monocultivo forestal que trae beneficios para la industria del papel, pero favorece los incendios.
Las imágenes de un grupo de vecinos obligados a refugiarse una piscina en medio del incendio dan cuenta de la violencia de los incendios que azotan Chile en este inicio de año.
Bajo una lluvia de chipas, de palos en llamas y en medio de un aire saturado de humos negros, cuatro adultos y dos niños salvaron su vida arrojándose a una piscina en la localidad de Santa Juana en el Bío Bío, una de las regiones chilenas devastadas por los incendios.
“Tenemos todas las zonas rurales arrasadas en la comuna”, alertó unos días después al micrófono de RFI la alcaldesa de la localidad de Santa Juana, Ana Albornoz.
Tras una semana de expansión, los megaincendios devastaron más de 400,000 hectáreas de plantaciones forestales, bosques y cultivos en el centro sur del país, según un balance aún provisional. La zona afectada equivale a más de un tercio del territorio de Puerto Rico.
A pesar del despliegue de brigadas antiincendios de varios países del mundo, decenas de focos fueron difíciles de controlar. Según un primer balance, el fuego ha causado más de 20 muertos y miles de damnificados.
“En los últimos años, nuestro país ha vivido los embates propios del cambio climático. Con sequía cumulada, condiciones cambiantes del clima con temperaturas de hasta 42 grados”, subrayó el presidente chileno Gabriel Boric en una gira en las zonas afectadas por los incendios.
Estos fenómenos climáticos propicios a favorecer la combustión fueron bautizados “el triple treinta”. Consiste en temperaturas superiores a 30 grados, vientos de más de 30 km/h y una tasa de humedad menor al 30%.
Contexto de cambio climático
“Estas condiciones climáticas son extraordinarias, no son normales. Ahora, en cambio climático, ya no hay normalidad. Estamos viendo estos episodios dramáticos de vientos muy fuertes altas temperaturas superando los 40 grados y una muy baja humedad”, observa el ingeniero forestal Aníbal Pauchard.
Desde la región de Bío Bío, particularmente afectada por este verano infernal, Pauchard, quien también es profesor en la Facultad de Ciencias Forestales de la Universidad de Concepción, advierte que “todo indica que estos eventos van a ocurrir más frecuentemente”.
Además de las pérdidas de vidas humanas, los daños materiales, los incendios arrasaron el ecosistema y silvestre. Si bien en estas regiones, los incendios afectan principalmente las plantaciones forestales, “siempre hay fragmentos de bosques nativos y zonas aledañas que se ven afectados con estas grandes masas de combustibles. Hay muchas especies de faunas silvestres que se han adaptado a las plantaciones” destinadas a la industria papelera, apunta Luciano Pérez presidente de la ONG Comité pro Defensa de la Fauna y Flora CODEFF de Chile.
“Ya hemos estado recibiendo en los centros de rehabilitación algunos animales silvestres quemados, siniestrados, como el pudú, los ciervos más pequeños del mundo, que viven acá en esta zona de Chile. Es un animal muy sensible que al ser pequeño no tienen la capacidad física de arrancar, es muy nervioso y vulnerable. Seguramente van a aparecer unos zorros también”, lamenta el ambientalista.
La industria forestal en la mira
La gravedad de estos megaincendios no se debe solo a la sequía, el calor y el viento. Después de otra gravísima temporada de incendios que arrasaron con más de 500,000 hectáreas de vegetación en 2017, varios informes científicos y ambientalistas apuntaron a la industria forestal chilena que ha sembrado pino y eucalipto en extensas regiones del centro sur del país para la producción de papel. Un negocio jugoso pero que les pasa factura a regiones enteras.
Contactada por RFI, Ana Albornoz, alcaldesa de Santa Juana, uno de los municipios más afectados por los incendios, arremete sin rodeos contra “una industria forestal desatada que no tiene ninguna regulación. Las empresas forestales y los particulares plantan al lado de los asentamientos humanos sin dejar ninguna faja de protección, y tampoco se someten a impacto ambiental antes de plantar esos árboles”.
La alcaldesa reconoce que la industria forestal genera muchos empleos, pero “debe modernizarse para enfrentar la escasez hídrica y el cambio climático”.
"Decir que por las plantaciones se están propagando los incendios es poco acertado: sí contribuyen porque se quema todo el combustible, pero que sea exclusiva responsabilidad de las plantaciones es un error", replicó Silvia Hormazábal, del departamento de Prevención y Protección de la Corporación Chilena de la Madera (Corma), la agrupación que reúne el sector de las empresas forestales.
Sin embargo, en 2020, un informe del centro de ciencia del clima y la resiliencia, CR2, que agrupa a investigadores de varias universidades chilenas, estableció claramente que los monocultivos en grandes áreas de especies particularmente inflamables como el pino y el eucalipto favorecen la propagación del fuego (descargar el informe en PDF).
Pinos y eucaliptos, material inflamable
“El pino y el eucalipto han sido las dos especies más utilizadas históricamente en Chile. Tiene que ver con bonificaciones que se recibían a través del decreto 701, un mecanismo instalado en el periodo de la dictadura”, recuerda el activista ecologista Luciano Pérez, quien denuncia este modelo económico impulsado en los años 70.
“Originalmente era para recuperar suelos con aptitud forestal y estabilizar dunas, pero al recibir una bonificación del estado, lo que fue generando fue sustitución de bosque. Mucha gente empezó a talar los bosques nativos para reemplazarlos por pinos y eucaliptos, las dos especies más utilizadas. Hoy en día este gran negocio ya no es solo de grandes empresarios sino también que se traspasó a pequeños y medianos productores hicieran lo mismo”, denuncia Pérez.
En el centro sur de Chile, donde se producen estos mega incendios, cerca del 20% del bosque nativo ha sido reemplazado por plantaciones forestales, matorrales y pastizales que representan la mayor parte de las zonas incendiadas, indicaban los autores del informe de CR2.
Para el ingeniero forestal Aníbal Pauchard, ya es urgente repensar el modelo del uso de suelo en Chile, para acabar con los monocultivos de especies particularmente inflamables y de crecimiento rápido. “Con este cambio climático tan intenso, es probable que uno vaya a tener que generar cortafuegos, áreas sin vegetación, o de vegetación baja de pastoreo de oveja o ganado, que corten el fuego. Y no puede ser un par de metritos, porque el fuego salta ríos de hasta 500 m de ancho”.
Adaptarse al cambio climático y restaurar la biodiversidad es ahora un reto para Chile si el país suramericano quiere evitar que se repitan una vez más estos mega incendios.
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