Un refugio campestre en Jarabacoa
El diseño de esta casa se fusionó armónicamente con el ambiente circundante de Hato Viejo, Jarabacoa
De ese modo, un lustro atrás, con brújulas y sistemas de GPS en mano, estos viejos camaradas acudieron a aquel terreno y ubicaron las mejores coordenadas para situar la infraestructura frente a las vistas panorámicas más privilegiadas y en un punto que le permitiese cierta privacidad al propietario. “Lo más fácil hubiese sido construir sobre la montaña, y ¡listo! Sin embargo, la casa no está ‘sembrada’ sobre la colina, sino que se integra con el paisaje”, expresa el arquitecto Reyes Malla.
Apertura a natura
De ese modo, Reyes Malla concibió un techo a dos aguas, que cobija el módulo principal (sala, comedor y cocina); dos recámaras, que conforman el segundo módulo; y el área familiar, que componen el tercero. A seguidas, trabajó con las paredes, de acuerdo a la forma y al espacio disponible, de manera que no hubiese ningún muro que interrumpiese la vista a La Tarana, que se ve desde el centro de la estancia; hacia el Mogote, que se aprecia a través de los ventanales izquierdos; y hacia Los Morales, que se perciben desde la derecha.
Como un ingrediente extra, Reyes Malla también construyó un sótano para su cliente, que está igualmente abierto a la naturaleza, y que es ampliamente utilizado social y profesionalmente.
Emulando el concepto que prima en la mayoría de las casas campestres de Jarabacoa, este rancho también se erigió para ser disfrutado sin mayores complicaciones. Y es que los materiales que se utilizaron para ambientar todas las estancias de este hogar contribuyen a su simplicidad; apliques de piedra y madera en la entrada, ladrillos de la zona (de Jarabacoa) en los pisos, pinos naturales que fungen como columnas, estructuras enmaderadas en los techos y revestimientos de tejas españolas, para rearfirmar el matiz de refugio montañés, son algunos de los detalles que imperan en esta casa.
Sin embargo, esta infraestructura que se construyó bajo la supervisión directa de su propietario -quien viajó diariamente desde Santo Domingo, durante los nueve meses de construcción-, fue arropada casi por completo por el paisajismo. Sin dudas, su pasión por la naturaleza no sólo se circunscribe a coleccionar alrededor de 400 orquídeas, o a sembrar un sinnúmero de especies florales y frutales alrededor de su vivienda, también se extrapola a contribuir con los lugareños para que reforesten a Jarabacoa.
Tras cinco años de haber diseñado y supervisado este proyecto, José Manuel Reyes Malla todavía tiene que “pelear