El glaucoma también afecta a los jóvenes
Aunque es cierto que a partir de los 40 años es cuando se corre mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad, eso no quiere decir que los jóvenes estén exentos de padecerla
Según datos ofrecidos por la Organización Mundial de la Salud, alrededor de 60 millones de personas en el ámbito mundial sufren de glaucoma. Si bien es cierto que a partir de los 40 años es cuando se corre mayor riesgo de desarrollar esta enfermedad, una de las principales causas de ceguera evitable en el mundo, eso no quiere decir que los jóvenes estén exentos de padecerla.
Así lo advierte la oftalmóloga Claridanea García, creadora del espacio @oftalmologiard, a propósito de que hoy, 12 de marzo, se conmemora el Día Mundial del Glaucoma. Esta fecha tiene como objetivo contribuir a reducir los casos de ceguera que produce esta enfermedad mediante la concienciación.
El glaucoma juvenil se define como el tipo que surge después de los tres años y antes de los 40. Entre sus características, la también cirujana refractiva cita el aumento de la presión intraocular grave y de progresión rápida que provoca la excavación del nervio óptico y, en el peor de los casos si no se recibe el tratamiento adecuado, una marcada discapacidad visual.
Se trata de una enfermedad multifactorial. “Puede originarse por causas desconocidas, como sucede en el glaucoma primario de ángulo abierto, como resultado de causas secundarias, dígase traumatismos oculares e inflamación, o puede desarrollarse después de una extracción de cataratas o de un tratamiento con esteroides”, explica la doctora.
Sin importar la edad del paciente, este mal daña principalmente el nervio óptico, que es la estructura intraocular encargada de transmitir la información visual desde la retina hasta el cerebro. Si dicho nervio se ve afectado, dejará de transmitir información al cerebro y las imágenes dejarán de procesarse.
“Cuando estoy explicándole a un paciente en consulta, me gusta usar la siguiente analogía: les digo que se imaginen una televisión que está en perfecto estado, pero el cable que transmite la electricidad se daña. Si eso sucediera, aunque esté conectada no funcionaría, porque la electricidad no llega”, dice, explicando que en ese caso la televisión es el globo ocular, el cable que conduce electricidad el nervio óptico y la fuente de electricidad el cerebro.
Uno de los mayores problemas del glaucoma es que es silente. En la mayoría de los casos presenta síntomas ya en etapas avanzadas, mientras que a veces hay señales propias de otras afecciones visuales, como ojos rojos ocasionales, lagrimeo excesivo, fotofobia, visión de relámpagos, disminución de agudeza visual y dolores de cabeza.
Esa es la razón por la que se hace difícil identificarla por sí solos. “Casi de forma única, solo puede detectarse en una visita oftalmológica rutinaria, donde el profesional podrá notar si hay presión intraocular alta o alteraciones en la excavación del nervio óptico”, sostiene García.
La detección temprana es la clave
Con el glaucoma, la detección temprana es la clave para conservar la visión y evitar daños mayores. “Aunque en ocasiones no se detiene la enfermedad, sí se logra que el progreso de esta sea muy lento, lo que le permite al paciente conservar lo que le queda de visión”, dice, para luego hacer énfasis en que, sin importar que sea joven o no, la persona debe realizarse un chequeo oftalmológico por lo menos una vez al año, aunque no tenga síntomas.
Para abordar la enfermedad dice que hay tres tipos de tratamientos: medicamentos, láser y cirugía, los cuales están dirigidos a preservar la función visual y a mantener una visión útil durante toda la vida del paciente o, en su defecto, ralentizar la progresión del padecimiento cuanto sea posible, lo cual se logra preservando las fibras nerviosas del nervio óptico a través del control de la presión intraocular (PIO).
El abordaje clínico dependerá de la edad del paciente. En los casos de glaucoma juvenil se incluyen medicamentos y casi siempre manejo quirúrgico, pues se presenta con presiones intraoculares muy elevadas que no es posible mejorar sin operaciones.
Si la enfermedad es congénita, como se debe a anomalías estructurales del ojo, también requiere cirugía, mientras que en el adulto mayor el orden es empezar por el uso de gotas hipotensoras oculares. Dependiendo de la respuesta, será necesario tratar con láser o cirugía. “El objetivo siempre será controlar la presión intraocular para evitar daño al nervio óptico”, comenta García.
La experta recomienda tomar en cuenta los factores de riesgo, pues mientras más reúna una persona, mayor es su probabilidad de padecer glaucoma. Esos factores son tener tener presión intraocular alta, ser afroamericano, asiático o hispano, tener antecedentes familiares de glaucoma o córneas delgadas en el centro. Asimismo, cita otras predisposiciones, como padecer diabetes, hipertensión arterial o falcemia, miopía o hipermetropía extremas.
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