¿Una dieta especial en el cáncer?

“La organización mundial de la salud (OMS) estima que para el 2030 tendremos 23.6 millones de casos nuevos con cáncer cada año, siendo los países no desarrollados los más afectados, atención República Dominicana.”

Aprovechamos que el mes de octubre se considera el mes de prevención contra el cáncer para puntualizar en el abordaje nutricional como parte de una estrategia integral de manejo, siendo la desnutrición una de las formas de expresión más significativas en el cáncer y una de las principales causas de mortalidad. La organización mundial de la salud (OMS) estima que para el 2030 tendremos 23.6 millones de casos nuevos con cáncer cada año, siendo los países no desarrollados los más afectados, atención República Dominicana.

¿Qué podemos hacer nutricionalmente para prevenir el cáncer?

Ninguna dieta en específico. Las recomendaciones nutricionales basadas en patrones como dieta mediterránea, dieta DASH, dieta basada en plantas, tienen todas las intenciones de incluir en un patrón regular, el aporte de nutrientes y antioxidantes requeridos para prevenir el cáncer. ¿A qué nos referimos? No estamos hablando de bajar de peso con una dieta “keto”, paleo, atkins o cualquier otro ajuste de calorías, sino más bien, del efecto de la ‘calidad’ de la dieta, no de la cantidad.

La mayoría de los estudios que han asociado la obesidad con el cáncer, se han realizado en el cáncer de mama. Otros tipos de cáncer como el colorectal y el de próstata, han vinculado el consumo de fibra y antioxidantes (licopeno, luteína, carotenos y otros).

Hablemos brevemente de estos antioxidantes y el efecto anticancerígeno que se les ha propuesto:

Licopeno: se caracteriza por darle ese color rojo intenso a frutas como el tomate y derivados. Además del tomate, lo encontramos en el melón, la toronja, guayaba rosada. Ha demostrado tener un rol en la reducción del colesterol y por tanto en reducir el riesgo cardiovascular. En algunos estudios (principalmente en animales) ha demostrado una actividad anticancerígena como antioxidante y otras funciones a nivel molecular.

Carotenos: Aquí recuerdo a mi padre cuando era niña, estimulándome al consumo del alimento favorito de ‘Bugs Bunny’, una caricatura de mi época que consumía mucha zanahoria. La principal fuente de carotenos son las zanahorias, las auyamas y calabazas. Estudios en animales han sugerido que los alfa-carotenos bloquen la formación del tumor en la piel, pulmón, hígado y colon (Aghajanpour, 2017).

Luteína: especialmente presente en verduras (de hojas verdes y coloreadas) y algunas frutas. Entre estos, pimientos, maíz, kiwi, uvas, naranjas. La luteína resalta especialmente por su protección a la piel y evitar los daños causados por la exposición al sol y sus rayos ultravioleta.

¿Notamos que la mayoría de los alimentos mencionados son verduras y frutas?

Eso es precisamente lo que queremos resaltar. Una dieta rica en frutas, verduras, colores, variedad y palatabilidad, nos propone una estrategia para luchar contra el efecto de una pandemia mundial como es el cáncer. Reduzcamos el consumo de alimentos procesados y démosle la oportunidad a alimentos de fácil acceso que tendrán un mayor impacto en nuestro esfuerzo de prevención del cáncer.

Dra. Erika Pérez-Lara Doctora en Medicina. Especialidad en Nutriología Clínica en INTEC. Master en Nutrición y Alimentación en Universidad de Barcelona (UB).