El heroísmo de las luchadoras por la libertad dominicana

Concepción Bona. (Ramón L. Sandoval)

SANTO DOMINGO. La participación política femenina fue importante para la proclamación de la Independencia Nacional el 27 de febrero de 1844, tras varios años de labor intensa y riesgosa, inspirada en el ideal de Juan Pablo Duarte, quien se centró en alcanzar el objetivo de que la parte Este de la isla fuera un país soberano.

Varias criollas actuaron con determinación, rompiendo una tradición que circunscribía esencialmente a las mujeres al ámbito hogareño y a la crianza de los hijos. No obstante, ellas se convencieron de la necesidad de apoyar la labor separatista para que la conspiración contra la dominación haitiana tuviera éxito.

Por su contribución sostenida a la lucha libertadora trascendieron María Trinidad Sánchez, Concepción Bona, María Baltasara de los Reyes, Rosa Duarte y Díez, Manuela Díez y Jiménez y Josefa Antonia Pérez de la Paz, las más conocidas, y otras como Micaela de Rivera, Ana Valverde, Filomena Gómez de Cova, Juana “Saltitopa”, Rosa Montás de Duvergé, Froilana Febles, Petronila Abreu y Delgado, Rosa Bastardo de Guillermo y María de Jesús Pina.

María Trinidad Sánchez

Esta heroína, nacida el 16 de junio de 1794 y fusilada en el gobierno de Pedro Santana el 27 de febrero de 1845, en el primer aniversario de la independencia, es la más destacada de las mujeres que lucharon en diversos escenarios para rechazar la ocupación haitiana.

A juicio del historiador Roberto Cassá, Sánchez, quien tenía antepasados esclavos, “mostraba una personalidad concordante con los estereotipos de la época”.

Sobre Sánchez, el autor Ramón Lugo Lovatón aseguró que era amiga de frases sentenciosas y raras anécdotas. También se caracterizó por su marcada religiosidad y fue considerada una beata, que vestía hábito de virgen y realizaba penitencias. Formó parte de una comunidad de la parroquia del Carmen.

Vivía en un humilde bohío, de tablas de palma, ubicado en la calle de La Luna (hoy Sánchez), en una zona ocupada por los pobres. Fue considerada una de las mejores costureras de la ciudad. Se le atribuye haber participado en la confección de la bandera, agregándole una cruz blanca al pabellón haitiano.

Era como una segunda madre para sus sobrinos y se le reconoce haber sido una figura clave en la educación inicial de Francisco del Rosario Sánchez del Rosario, su sobrino y uno de los padres de la patria.

Tenía 50 años cuando participó en la proclamación de la Independencia en el baluarte del Conde. El trinitario y febrerista José María Serra (1819-1888) aseguró que María Trinidad “en sus propias faldas conducía pólvora” para que los patriotas la utilizaran la noche del 27 de febrero del 1844, cuando fue proclamada la independencia.

Debido a su fusilamiento en 1845, impuesto por un tribunal militar, se convirtió en mártir de la independencia. Fue condenada, junto a otros, por conspirar para derrocar al gobierno de Santana y crear condiciones a fin de que retornaran los trinitarios desterrados.

Concepción Bona

Tenía 19 años cuando confeccionó la primera bandera, que ondeó durante la proclamación de la Independencia. En esas tareas, contó con la colaboración de María de Jesús Pina, prima y vecina suya, quien era una adolescente de 16 años.

Era hija de Ignacio Bona y de su esposa, doña Juana Hernández, cuyas bodas se habrían celebrado en la antigua villa de San Carlos de Tenerife.

Contrajo matrimonio el 2 de junio de 1851 con el banilejo Marcos Gómez, hijo de José María Gómez Guerrero y María de Regla Carvajal, ambos de la villa de Peravia.

El matrimonio procreó a Eloísa, Marcos Antonio, Manuel de Jesús, Rafael María y a dos varones más que tenían el mismo nombre de José María.

Rosa Duarte

La leída hermana de Juan Pablo Duarte mantuvo un firme compromiso con el ideal independentista.

Siempre al tanto de la trama libertadora, convirtió en balas planchas de plomo que obtuvo del almacén de su padre Juan José Duarte, y legó a la historiografía el famoso de diario, que recoge inapreciables testimonios sobre la independencia y la vida de su hermano.

Tenía 24 años cuando fue proclamada la separación de Haití. Nació en Santo Domingo, en el barrio de Santa Bárbara, el día 28 de junio del año 1820, y fue bautizada en la Catedral el día 8 del siguiente mes. Fueron sus padrinos Manuel Ferrer y su esposa, doña Vicenta de la Cueva.

Pobre y envejecida, la hermana del prócer murió en Caracas, Venezuela, el 26 de octubre del 1888, luego de padecer los rigores de un doloroso exilio.

Manuela Diez y Jiménez

La madre de Juan Pablo Duarte sacrificó sus propiedades, sufrió persecuciones y vivió precariamente, como consecuencia del apoyo que dio a su hijo Juan Pablo y a los demás separatistas.

En su obra “Mujeres de la Independencia”, el historiador Vetilio Alfau Durán sostiene que doña Manuela finalizó “su vida en una tierra extraña (Venezuela), en cuyo suelo se confundieron en lamentable y doloroso olvido sus huesos venerables, dignos del solemne reposo” en el Panteón Nacional.

La señora era hija de Antonio Díez, oriundo del Reino de Castilla la Vieja, España, y de doña Rufina Jiménez y Benítez, de la villa de Santa Cruz de Icayagua.

Para saber más...

“Sánchez”. Ramón Lugo Lovatón.

“Apuntes de Rosa Duarte”. Rosa Duarte.

“Heroínas nacionales”, volumen II. Roberto Cassá.

“Mujeres de la Independencia”. Vetilio Alfau Durán

“Juan Isidro Pérez, el ilustre loco”. Emilio Rodríguez Demorizi.

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