El dominicano detrás de los escaparates de Saks Fifth Avenue

De niño, su familia realizaba viajes a Nueva York, donde su madre compraba en tiendas como Saks y Macy’s. Las vitrinas -los espacios, las luces, los colores, las texturas- siempre llamaron su atención. Hoy en día, Raylin Díaz Suárez, arquitecto y diseñador santiaguero, después de trabajar con los reconocidos diseñadores Sully Bonnelly y Diane von Fürstenberg -antes de convertirse en director creativo de la empresa rSquared y conectar con los head visuals de sus distintos clientes (entre ellos Saks)- es cabeza de diseño de las 32 vitrinas de Saks Fifth Avenue.


De niño, querías entender el proceso detrás de esas obras de arte; ahora estás del otro lado. Considerando que cada escaparate es único, ¿tu proceso creativo también lo es?
El proceso es el mismo, pero cada vitrina tiene un tema y una inspiración diferente. Lo primero que hago es estudiar la ropa, el trend y las marcas a las cuales se va a dedicar la vitrina. Basado en eso, hago un moodboard con imágenes de las tiendas, de street style, de runways, de ad campaigns, de inspiración en arte, en colores... Después me siento con mi equipo y sacamos ideas en una mesa redonda, que luego depuro y analizo hasta sacar una idea final. Ahí inicia el proceso de producción: empezamos a pedir samples y hago un setup en una vitrina que tengo a escala real, para empezar a corregir hasta identificar el concepto final. Luego se instala la vitrina y voilá!

Si siempre te interesó la arquitectura efímera, ¿por qué te formaste con la permanente? Decidí que quería hacer algo más dinámico y rápido, porque no tengo mucha paciencia; necesito hacer proyectos back to back. Por eso decidí trabajar la Arquitectura Efímera, que es más rápida y avanzada. Sin embargo, utilizo la base de la arquitectura todos los días para trabajar con las vitrinas.

¿Qué tan importantes son las vitrinas en el visual merchandising? El visual merchandising, en una compañía como Saks, es una de las claves para atraer a los clientes, para hacer que las personas se detengan, vean, entren y compren. La vitrina es la cara de la tienda; es una invitación, darle una idea al cliente de lo que va a encontrar adentro. Sobre todo en una ciudad como Nueva York, en la que hay tanta competencia, tienen que ser elevadas, a la altura de los clientes, de la ropa y accesorios que se están presentando. Ahí entramos mi equipo y yo.

Llevaste a los lechones a la Quinta Avenida de Nueva York. ¿Qué tanto de la cultura dominicana has podido introducir en los escaparates? Eso tiene dos caras. La primera es que traje los lechones porque es parte de mi cultura: de nuestras celebraciones y carisma. Quise traer un poco de mis raíces de una forma natural. Los lechones eran perfectos para el trend de ese momento que estábamos explorando (los embellishments). La otra parte, si te soy sincero, es que traigo mi cultura, mi educación y forma de pensar todos los días a mis vitrinas y a mi trabajo. La esencia detrás de la vitrina viene de allá, de cuando crecí y de todo lo que aprendí.

¿Hay más detalles de República Dominicana que quieras llevar a los escaparates de Saks? Hay muchas cosas que me encantaría presentar. Cada vez que voy allá, hay tanta inspiración: los paisajes son bellísimos, los flamboyanes, las marchantas que ves en la playa. Hay mucha riqueza que yo pudiera explorar; lo que hay que encontrar es el momento perfecto.

Cuéntanos de “Heavenly Bodies” para el Met Gala.
El Met todos los años hace el evento del Met Gala, el más importante de la industria de la moda. El año pasado tuvimos la oportunidad de recibir una invitación de Vogue y del Met para trabajar con ellos una vitrina dedicada al Met Gala. Tener la dicha de trabajar mano a mano con ese equipo fue un sueño.

¿Qué tanto influyó la tradición católica dominicana en tu interpretación del concepto de “Heavenly Bodies: Fashion and the Catholic Imagination”?
Bueno yo soy católico y el tema era católico. No solamente pensé en la bellísima St. Patrick’s Church, que está al lado de Saks, sino que me enfoqué en lo que pensaba y veía cuando iba a la iglesia mientras estaba creciendo. Utilicé toda esa inspiración dentro de lo que estudié sobre la Iglesia Católica para empaparme del tema y poder presentar algo sustancial.

A pesar de que todas las vitrinas son diferentes, siguen siendo escaparates: tienen maniquíes, límites de espacio y tiempo para que las personas las observen. ¿Esas condiciones te limitan o te inspiran?
Esos “límites” son los que me dan la energía y la adrenalina. A mí me encanta saber que tenemos un deadline, que tenemos que producir esto en determinado tiempo. El plazo que tienes para producirlo y ejecutarlo es lo que te mantiene activo y te da la fuerza para buscar soluciones y hacerlo bien. Al contrario, es una parte esencial del trabajo, saber cuánto va a durar, cuándo tiene que abrir y cuándo tiene que cerrar. Si cierra, significa que viene uno nuevo, y si abre, significa que hicimos otro.

Considerando que “escaparate” es “window” en inglés (una ventana), ¿a dónde nos introducen las ventanas que diseñas? ¿Hacia dónde quieres transportar a quienes están afuera? Con la imaginación la gente puede ir donde yo quiera porque lo rico de una ventana es que está libre a la imaginación. Tú haces un concepto que trabajas con un equipo y lo presentas, pero en realidad cada quien tiene su punto de vista. Para mí un punto amarillo puede ser el sol; para otra persona, puede ser un bombillo. Para mí es más interesante tener una vitrina que no te diga todo en la cara, sino que te ponga a pensar y analizar, que tome tu imaginación y la lleve a un lugar. Eso es lo rico de las vitrinas, que ponen la imaginación de todo el mundo a trabajar. Para mí una vitrina es realmente buena cuando la gente tiene que incluir su punto de vista y sacar sus propias conclusiones.

Es como la relación de un autor con sus lectores. Exacto, es como cuando lees un libro. En tu cabeza te haces una imagen de lo que estás leyendo, pero esa es tu imagen. Otra persona lo leerá y se hará otra... pero es el mismo libro. Para mí, así es la vitrina: cada quien interpreta lo que quiere.

Anteriormente has dicho que si fueras un escaparate, probablemente serías un espejo. ¿Qué buscas repetir o reflejar de la sociedad, de quien te mira desde afuera, o simplemente del espacio que está al frente? Primero estoy fascinado con los espejos, porque me encanta la idea de la repetición. Me parece que repetir objetos es muy rico, y que pone la imaginación a trabajar. Un espejo es algo que presentas y cada quien ve algo diferente. Hay algo mágico dentro de ellos, porque solamente la idea de que estás reflejando algo que tienes enfrente, wow...para mí eso es fuera de este mundo.

¿Como estuvieras decorado? Yo creo que sería un espacio blanco con un espejo sumamente simple, y una luz encima del espejo. Muy simple. Sería un espacio libre, un espacio abierto, sin complejidades, al que las personas puedan entrar para simplemente pensar.

La experiencia de cada uno sería totalmente diferente a la del siguiente. Sería una imagen diferente cada vez... Algunas personas tomarían el espacio para meditar, otras para tomarse selfies, otras para sentarse a pensar, otras para leer...

¿Qué concepto te encantaría probar en las vitrinas que aún no has intentado? El otro día estaba pensando en hacer una vitrina vacía, a ver qué va a pasar y qué reacción va a tener la gente; que no tenga mercancía ni nada, simplemente el espacio, como la que te conté previamente. Quizá que tenga un acceso para que la gente entre y ellos mismos sean la vitrina.

Los escaparates de Saks Fifth Avenue son famosos. Se ha dicho que pocas cosas representan el holiday season en Nueva York como la revelación del escaparate festivo de Saks. Hoy, tú eres el responsable de esas obras de arte. ¿Cómo te hace sentir eso? Te voy a ser sincero. Esta va a ser mi tercera vitrina de Navidad para Saks. Esas son las más retadoras; se trabajan durante el año completo, en paralelo a las demás. El año pasado vinieron 975,000 personas a verla... Se cierra la calle, se hace el show de las luces en el edificio y luego abren la vitrina... yo lloro cuando la veo. Me pongo súper nostálgico porque es un trabajo muy duro. Yo le dedico mi vida a esa vitrina. Cuando veo a la gente afuera tomando fotos, a los niños y a la gente empujándose por verla, eso es lo que me llena y me da la satisfacción de que se hizo un buen trabajo.

Realizas 3 viajes creativos al año. ¿Cuál fue el último país que visitaste? Acabo de llegar del Fashion Week. Estuve en Francia, Portugal y Milán.

¿Qué destino te falta por visitar? De mi lista, aún no he ido a Tailandia. Creo que allá encontraré mucha inspiración, con los colores y los paisajes.

Fotos: Fuente externa