Tras las torres de 22 pisos se mueven capitales de al menos tres países

Reportaje Los hoteleros de la zona introdujeron un recurso en el Ayuntamiento de Higüey para frenar la construcción de torres de hasta 22 pisos. El Ayuntamiento de Verón-Punta Cana levanta informe para determinar el impacto en el cambio al ordenamiento territorial.

Ramón Ramírez, alcalde de Verón (Pedro Bazil)

A inicios del pasado mes de diciembre representantes del Ministerio de Turismo se acercaron al alcalde del Distrito Municipal de Verón-Punta Cana, Ramón Ramírez (PLD) para preguntarle si había recibido solicitudes de permisos o autorizado licencias para la construcción de torres en el morro de Macao.

Les dijo que no, que no había nada en proceso. Una modificación al Plan Sectorial de Ordenamiento Territorial Turístico Punta Cana, Bávaro-Macao ya se había aprobado pero nadie fuera del despacho ministerial la conocía. El propio síndico (propiamente es Director de distrito municipal) Ramírez aseguró que entonces no tenía idea de la controversial decisión ministerial.

Para la tercera semana de diciembre ya en el sector hotelero se sabía que el plan de ordenamiento había sufrido un cambio sensible: en lugar de permitirse la construcción de edificios turísticos con un altura máxima de cuatro niveles para Macao y de cinco para Cap Cana, de pronto se daba luz verde para edificar proyectos inmobiliarios con torres de hasta 22 niveles. En ese momento comenzaron las conversaciones entre los máximos representantes de la Asociación de Hoteles y Turismo de la República Dominicana (Asonahores) y el ministro Francisco Javier García y su equipo, a fin de intentar convencerlos de las desventajas de masificar en extremo una zona que ha sido explotada turísticamente con un modelo de baja intensidad.

Pensaron que el diálogo con el titular de Turismo llegaría a buen término, pero el 19 de diciembre el Consejo de Fomento Turístico (Confotur) aprobó los incentivos fiscales para la construcción de 17 torres hoteleras en Cap Cana, en una sesión que contó con el voto en contra de Asonahores, que forma parte de la instancia. Luego supieron que en playa Macao se autorizó la construcción de dos proyectos similares. Y ese fue el detonante.

Cambio de reglas

El presidente de la Asociación de Hoteles de la Zona Este (Asoleste), Ernesto Veloz, dijo que siguen abiertos a conversar con el ministro García, pero que ventilaron todo el problema porque entendieron que la vía del diálogo fue agotada.

“No vemos la necesidad de que se cambien las reglas de juego. Si me cambias las reglas de juego, me creas una inseguridad jurídica y los inversionistas han venido al Este porque se sienten cómodos, protegidos. Entonces, ¿por qué el cambio?”, se pregunta Veloz.

De hecho, para el fin de año, llegaron al Este ejecutivos del más alto nivel de la cadena hotelera española Meliá. El tema preocupa.

La explicación del Ministerio de Turismo a Asonahores es que se quiere cambiar el modelo de desarrollo turístico, que está basado en un plan decenal aprobado en 2012 y al que todavía le restan cinco años. “Esto no es nada personal contra el ministro. Estamos reclamando que ha habido un cambio de las reglas, si se puede decir, violentando una ley”, replica el presidente de Asoleste.

Explica que se debió autorizar un cambio del uso del suelo en la zona y ello no ocurrió. Por eso, Veloz indica que introdujeron un recurso de oposición a nivel del Ayuntamiento de Higuey para que frene la posibilidad de que se construyan torres de más de cuatro o cinco niveles en la zona.

El morro de las pasiones

A un costado de la playa de Macao se levanta un morro. Arriba todo es verde, incluyendo un campo de golf y hay también unas edificaciones sin terminar que forman parte de un antiguo proyecto de gran envergadura turística que nunca vio la luz, Roco Ki.

Los terrenos tienen varios propietarios: Central Romana, la familia Vicini y la Morales. “Ahora, ¿decir quién va a construir ahí? Aquí no ha llegado nada, ni solicitudes de licencia de construcción de torres. Nos hemos dado cuenta a través de esta resolución”, dice el alcalde de Verón-Punta Cana al referirse al cambio en el Plan Sectorial de Ordenamiento Territorial Turístico para esa región del país. Otra fuente, que exige anonimato para hablar con Diario Libre, sostiene que el cambio de alturas fue la exigencia de los desarrolladores de Hard Rock Hotel para comprar esos terrenos. Sin ese cambio de reglamentación, el negocio no les interesa.

Por ese ayuntamiento distrital han desfilado varias personas desde que se dio a conocer esa modificación que permite construir torres de hasta 22 niveles en Macao: desde los representantes de Asonahores, hasta abogados para conocer la situación legal de los terrenos, y también un sector que “está interesado en que sí se desarrolle el proyecto”. Pero Ramírez dijo no estar autorizado a dar nombres.

El alcalde relata que encargó un informe técnico a su equipo para dar una opinión sustentada sobre un cambio que cambiará el paisaje de la zona este de la República Dominicana. El 6 de enero promete tenerlo listo y hacerlo público.

Pero adelanta que, si aumentar la densidad en la zona dinamizará la economía de la región, sin mayores consecuencias ni ambientales ni sociales o de otro tipo, no ve razones para oponerse. “Posiblemente nos quedan de 15,000 a 20,000 habitaciones más por desarrollar con el esquema actual”, indica.

El renacimiento de Cap Cana

El gran proyecto en Cap Cana, en un punto más al sur de la provincia, constaba inicialmente de villas que se extenderían por unas 50 tareas con campos de golf. Así estaba planeado en el año 2007, cuando la familia Hazoury —propietaria de la empresa Cap Cana S.A.— hacía planes con un Donald Trump que todavía no tenía entre sus planes ser presidente de Estados Unidos.

En febrero de 2017, apenas a días de su ascenso al poder, su hijo Eric Trump, vicepresidente ejecutivo de Trump Organization, visitó Cap Cana. Le recibieron Ricardo y Fernando Hazoury, quienes indicaron en un comunicado que estaban “entusiasmados por trabajar con la Organización Trump en las fases futuras del proyecto”. Ocho meses después se aprueban 17 torres de hasta 22 pisos en esa zona, quince de ellas para la empresa Cap Cana S.A. Pero fuentes consultadas indicaron que no son los únicos interesados en los proyectos que se levantarían: los Mendoza, una familia venezolana propietaria de la fabricante de alimentos y cervezas Polar, también aparece en la foto.