Poco para celebrar

El Día del Trabajo llega este año con cifras de desempleo decepcionantes en muchos países, incluyendo a la República Dominicana, mientras corrientes nacionalistas contrarias a la inmigración ganan fuerza en varias zonas del mundo.

España ya alcanzó una tasa de desempleo del 27.2%, y las medidas del gobierno francés para estimular la contratación de jóvenes y evitar los despidos no han sido exitosas.

Pocos temas son tan debatidos y controversiales como el desempleo. Se admite que el pleno empleo no significa que todas las personas que quieren trabajar encuentren trabajo, pues aún en las mejores épocas habrá por diferentes razones un porcentaje de personas buscando empleos. Pero cuál es ese porcentaje, por qué se excede y qué debe hacerse para reducirlo son asuntos sobre los que no existe acuerdo.

En todo caso, para diseñar políticas los porcentajes totales no son muy útiles y se requiere desglosarlos por estratos.

Se observa, por ejemplo, que a pesar del elevado desempleo en Francia, Inglaterra e Italia, siguen llegando a esos países personas procedentes de países de Europa Oriental buscando trabajo, e igual pasa aquí con los haitianos. Eso ocurre porque el tipo de trabajo que ellos hacen no es atractivo para los nacionales de los países receptores, a los salarios que dichos inmigrantes están dispuestos a aceptar. Los empleos forman estratos y hay mucha resistencia a la movilidad hacia abajo.

Es cuestionable culpar a los inmigrantes por el desempleo en estratos superiores al tipo de trabajo que ellos hacen. Más bien, una parte del nivel de vida alcanzado por los países receptores se ha debido al trabajo barato de esos inmigrantes.

Gracias a ellos, esos países recogen la basura, producen alimentos y manufacturas más baratos, moderan el traslado de factorías hacia el extranjero, generan beneficios con que financiar sus programas sociales, y se libran de los trabajos más arduos y desagradables.