Hacia la negociación

El presidente Medina dio el primer paso con las medidas de austeridad y control anunciadas en la reunión del Consejo de Gobierno, pero se sabe que ellas no serán por sí solas suficientes para cerrar el déficit fiscal. Un difícil proceso de negociación se avecina, pues alguien tendrá que cargar con el peso de las próximas medidas. Y es evidente que cualquier solución a la que se llegue implicará costos, sean éstos actuales o futuros.

La vía más cómoda, lógicamente, sería posponer el costo, tomando más dinero prestado y confiar que la economía crecerá y subirán las recaudaciones. Ese mecanismo sería una solución transitoria, que trasladaría hacia el futuro próximo el peso del déficit y dependería de la esperanza de un crecimiento incierto.

Si dejamos de lado ese esquema algo utópico, las demás soluciones implican aumentar impuestos o quitar exenciones, lo que pondría sobre empresas y hogares la carga de los correctivos, o disminuir más las erogaciones públicas, lo cual colocaría el peso del lado del gobierno. Lógicamente, un gran número de combinaciones es posible.

Dada la composición del Congreso, el gobierno podría, si quisiera, imponer la solución que mejor le parezca, sin negociar con nadie. Pero una cosa es poder dictar medidas y otra las consecuencias que se derivan de aplicarlas. Dependiendo de cuáles medidas fuesen impuestas, los resultados podrían ser graves en términos de caída en las inversiones, los empleos privados, el ahorro familiar, el PIB, los precios o las exportaciones, lo que a su vez haría bajar las recaudaciones.

La negociación, por lo tanto, luce necesaria. El presidente la anticipó al hacer de un pacto social y de la estrategia de desarrollo (cuya elaboración fue participativa) la guía y el punto de partida de sus medidas. Y lo confirmó con la convocatoria del Consejo Económico y Social para mañana jueves, en un ambiente de gran expectativa.