Trump se inclina a ceder en la guerra comercial con China

La impaciencia del presidente estadounidense por llegar a un acuerdo podría debilitar las diligentes negociaciones que se necesitan

Donald Trump, presidente de los Estados Unidos. (AP)

Ya hemos visto este drama antes. El presidente Donald Trump siente un fuerte impulso: retirar las tropas estadounidenses de Siria o declarar una emergencia en la frontera con México. De mala gana se somete a los consejos que le advierten lo contrario antes de perder la paciencia. Finalmente hace lo que siempre quería hacer: confía en sus instintos sobre los consejos de quienes lo rodean. Eso es lo que está sucediendo ahora en China. El Sr. Trump quiere un acuerdo comercial que estimule los mercados de valores. Sus asesores quieren mantenerse firmes en las negociaciones con el líder chino Xi Jinping, incluso a costa del crecimiento a corto plazo de EEUU. Es sólo una cuestión de tiempo antes de que el Sr. Trump los ignore. La pregunta es cuánto se desprestigiará EEUU cuando lo haga.

La respuesta es mucho. El Sr. Trump ha prometido la luna y las estrellas en la guerra comercial con China, pero parece estar dispuesto a aceptar un pequeño meteorito. El objetivo final del Sr. Trump fue reducir el superávit de China con EEUU, que se encamina por primera vez a superar los US$400 mil millones este año. El objetivo de su administración era forzar a China a acordar igualdad de condiciones en el campo de la tecnología. Los dos objetivos son muy diferentes. El Sr. Trump quiere titulares que le permitan jactarse más a corto plazo. El resto de su administración — y el consenso global — quiere garantizar que China realice cambios estructurales profundos en su sistema.

El Sr. Trump tiene poco interés en la paciente tarea de negociar cambios, buenos o malos, que no aparezcan en su radar electoral. El resultado es una profunda división dentro de su administración. La principal víctima es Robert Lighthizer, el representante comercial del Sr. Trump, cuya misión en la vida es hacer que China cambie de rumbo. El Sr. Lighthizer ha olvidado más sobre el comercio que lo que el Sr. Trump sabrá jamás. Ahora están ventilando sus desacuerdos en público.

La semana pasada, el Sr. Lighthizer corrigió públicamente la definición de memorándum de entendimiento del Sr. Trump, que el presidente había dicho que no era un acuerdo comercial vinculante. El Sr. Trump había confundido un memorándum de entendimiento en el sector de los bienes raíces con su significado en el sector del comercio. El miércoles, el Sr. Lighthizer subió aún más las apuestas. Le dijo al congreso que EEUU sólo aceptaría un acuerdo comercial con China que fuera profundo, estructural y ejecutable. De lo contrario, no habría trato. “No se vayan por la solución de la soja”, dijo. Pero eso es exactamente lo que está buscando el Sr. Trump: que China acceda a comprar más soja estadounidense, y otros productos básicos. Esto aliviaría el sufrimiento de los agricultores estadounidenses en los estados pendulares del medio oeste. También reduciría el déficit comercial estadounidense, aunque temporalmente.

¿Qué enfoque probablemente prevalecerá? En última instancia, el Sr. Trump siempre gana, aunque EEUU pierda. La reacción del mercado de valores después del testimonio del Sr. Lighthizer aumentó las posibilidades de que el Sr. Trump pierda la paciencia nuevamente. Los precios de las acciones cayeron bruscamente en el momento en que el Sr. Lighthizer comenzó a hablar. Es posible que lo que el Sr. Trump acuerde con el Sr. Xi cuando se reúnan en Mar-a-Lago en marzo sea sólo una tregua a corto plazo. China tiene un historial impecable en cuanto a incumplir sus acuerdos. El Sr. Trump habrá cedido un momento de fuerte apalancamiento. Otros pocos años de transferencia de tecnología forzada podrían permitirle a China tomar el liderazgo en la carrera por el dominio de la inteligencia artificial.

Otras dos consecuencias son evidentes. La primera es que el Sr. Trump les ha abierto el espacio a los demócratas para que digan que está siendo débil con China. Como fue elegido en parte por su dura retórica contra China, el Sr. Trump ha convertido el tema en un consenso bipartidista. La segunda es que la credibilidad del Sr. Trump como negociador se hundiría como nunca antes. Esos límites ya se han puesto a prueba esta semana en su fracasada cumbre sobre el desarme nuclear con Kim Jong Un, el presidente de Corea del Norte.

##ctrlnotaampfooter##