Halcones de la política comercial estadounidense reclaman victoria en la guerra con China
La firme postura de Trump es una advertencia a los otros socios comerciales de EEUU
Horas después de que Donald Trump aumentó las tensiones comerciales con China imponiendo mayores aranceles a las importaciones procedentes de ese país, Lou Dobbs, el conservador presentador de Fox Business Network, inició su transmisión de la noche con una lluvia de elogios con respecto a la medida.
“Durante demasiado tiempo, China comunista ha estado engañando a EEUU en el campo del comercio”, dijo. “El presidente Trump lo ha dejado claro: la incapacidad de los presidentes anteriores para representar agresivamente los intereses estadounidenses en materia de política exterior y política económica ha terminado, y hoy el presidente Trump convenció a los chinos”, añadió.
El Sr. Dobbs es uno de los expertos favoritos del Sr. Trump debido a sus opiniones de línea dura sobre el comercio y la inmigración, y su predilección por las teorías de conspiración. Su satisfacción con la postura del presidente en cuanto al comercio refleja la alegría entre los halcones comerciales en Washington por el rumbo de las negociaciones con Beijing, incluso aunque el enfrentamiento ha activado la alarma en la economía mundial.
Durante semanas, muchos defensores estadounidenses de una postura más estricta con China temían que el Sr. Trump se conformaría con un compromiso que tranquilizaría a los mercados y que resolvería sólo algunos de los problemas de larga data en la relación comercial bilateral. Además, lamentaban que el Sr. Trump hubiera renunciado a una importante ventaja al no haber aplicado mayores aranceles a las importaciones chinas a principios de este año, como estaba previsto originalmente.
Pero la semana pasada se despejaron algunas de esas dudas. La administración Trump acusó a China de incumplir sus compromisos, tomó medidas para aumentar en cinco días los aranceles sobre las importaciones chinas por valor de US$200 mil millones y puso en marcha un proceso para imponer aranceles sobre todas las importaciones chinas restantes, por valor de US$300 mil millones adicionales.
El viceprimer ministro chino, Liu He, ha negado que China ha dado marcha atrás en cuanto los acuerdos alcanzados en las negociaciones comerciales con EEUU.
La Casa Blanca parece haber adoptado totalmente la idea de que China es un depredador comercial que sólo cambiará su comportamiento si se le presiona al máximo, ignorando el daño potencial para los consumidores y las empresas estadounidenses.
Los funcionarios estadounidenses que habían estado más dispuestos a llegar a un acuerdo con Beijing, entre ellos Larry Kudlow, director del Consejo Económico Nacional, y Steven Mnuchin, Secretario del Tesoro estadounidense, ahora respaldan el enfoque más agresivo que han propuesto Robert Lighthizer, representante comercial de EEUU, y Peter Navarro, el asesor de la Casa Blanca en materia de manufactura.
“Algunos en la administración de Trump esperaban altruismo por parte de Beijing. Pero el presidente Xi Jinping ahora se ha alejado de quienes abogaban por una postura más moderada al cambiar una vez más las promesas pasadas”, dice Michael Stumo, director ejecutivo de Coalition for a Prosperous America, un grupo escéptico del comercio internacional. “Subestimó la determinación del presidente Trump”.
El cambio no sólo ha sumido las negociaciones entre EEUU y China en territorio desconocido, sino que también puede ser una advertencia para los otros socios comerciales de EEUU de que el Sr. Trump puede volverse en contra de ellos también.
En particular, podría generar preocupaciones en la UE y Japón de que Washington podría imponerles aranceles a las importaciones de automóviles, y en Canadá y México de que el Sr. Trump podría retirarse del acuerdo comercial del TLCAN a menos que el congreso estadounidense acelere los esfuerzos para ratificar el T-MEC, el acuerdo que lo ha sustituido y que el Sr. Trump firmó el año pasado. Dicho acuerdo se ha estancado en el congreso por la resistencia de los demócratas.
Personas cercanas a las negociaciones dicen que uno de los principales factores que envalentonan al Sr. Trump ha sido la mejoría en los mercados bursátiles estadounidenses y la perspectiva económica que le han dado una posición sólida.
Otros datos — incluyendo la reducción del déficit comercial bilateral con China y las moderadas cifras de inflación — también han contribuido a estimular la escalada, lo cual sugiere que los aranceles tuvieron el impacto deseado, con poco efecto adverso sobre los precios. El aumento de los aranceles también podría interrumpir y mermar aún más las cadenas de suministro que unen a EEUU y China, uno de los objetivos de la administración.
En un tuit el sábado, el Sr. Trump descartó las preocupaciones comerciales con lo que calificó como una sugerencia “muy simple” que alimentará los temores de que su objetivo final es romper las cadenas de suministro que unen a EEUU y China.
“¿Una forma muy fácil de evitar los aranceles? Fabriquen o produzcan sus bienes y productos en EEUU”, escribió. Muchos analistas y economistas creen que los partidarios de la línea dura en Washington, incluso dentro de la administración, subestiman dramáticamente la complejidad y el riesgo involucrados en aumentar la presión en las guerras comerciales.
“Los aranceles sumieron a la economía en la Gran Depresión y ahora la economía está flirteando otra vez con el desastre”, dice Chris Rupkey, economista financiero principal de MUFG.
La influencia de quienes abogan por una postura más estricta hacia China dentro y fuera de la administración estadounidense ha fluctuado en los últimos dos años. De hecho, aún no se puede descartar que se alcance un acuerdo con Beijing, incluso dentro de un período de tiempo relativamente corto. Es probable que los Sres. Trump y Xi se crucen en la cumbre del G20 en Osaka, Japón, a finales de junio, por lo que la satisfacción de los partidarios de línea dura podría durar poco.
El Sr. Trump dijo el viernes que las “conversaciones” continuarían, y los funcionarios chinos también dijeron que las conversaciones no se habían interrumpido por completo. Pero por ahora, el presidente estadounidense puede disfrutar de su fama de ser fuerte con China, especialmente entre sus partidarios más leales. “En el tema de China, debemos estar dispuestos a aceptar el dolor a corto plazo para obtener ganancias a largo plazo”, escribió Lindsey Graham, el senador republicano de Carolina del Sur, en Twitter. “Manténgase firme, Sr. Presidente. ¡Lo apoyamos!”.
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