Errores persistentes

Después de bajar su tasa de interés de referencia a casi cero, cambiado la composición de su cartera de valores desde el corto al largo plazo y haber realizado dos rondas de compra de bonos, la FED, el banco central estadounidense, anunció el pasado jueves que los intereses por el suelo persistirán por lo menos tres años más, seguirá hasta diciembre el cambio de estructura de su cartera y comenzará una nueva ronda de compras, esta vez de títulos hipotecarios de los bancos a razón de US$40 mil millones mensuales, sin límite de tiempo.

El objetivo es que los bancos presten más para la producción y el consumo. Que después de cuatro años de esa política el desempleo siga a más del 8%, el pesimismo continúe dominante y los créditos para inversiones no aumenten, no detiene a la FED en sus empeños.

Ha decidido ignorar que bajas tasas de interés y disponibilidad de fondos no garantizan que los bancos presten. Lo harán sólo si el rendimiento anticipado del crédito supera su costo previsible. Y en ese costo participa el riesgo de que el deudor incumpla sus obligaciones de pago. Si el desempleo es alto, los gastos personales no suben y el valor de las propiedades sigue bajo, los bancos no van a aumentar sus préstamos a los consumidores, ni a las inmobiliarias, ni a los negocios dependientes del mercado doméstico u otros mercados deprimidos.

De hecho, hasta cierto punto la política actual puede ser contraproducente, pues si la tasa de interés pasiva ya no puede bajar más y la activa desciende, mientras el riesgo crediticio sigue igual, los bancos tendrán menos margen para absorber dicho riesgo.

Los bancos están felices con las medidas. Dispondrán de más fondos para colocar en el extranjero, operar con monedas y derivados, financiar fusiones y adquisiciones de compañías, y prestar para comprar a futuro petróleo, maíz, cobre y otros productos básicos, haciendo subir sus precios.