Condicionantes fiscales

El Banco Central está enviando señales de que las tasas de interés de los bancos deben descender aún más. Ha reducido sus tasas de referencia en varias ocasiones y mantiene su percepción de que la economía puede crecer más rápidamente. Al mismo tiempo, sin embargo, el gobierno se propone pagar deudas del sector eléctrico vendiendo bonos en el mercado local, lo que dificulta el descenso de las tasas según comentamos en nuestra columna de ayer. Y a eso se añade el financiamiento bancario oficial de deudas con contratistas.

No es la primera vez que objetivos de política monetaria son condicionados por la política fiscal. Durante años el BC ha tenido que ajustar sus políticas a fin de evitar que el déficit fiscal afecte la estabilidad macroeconómica, centrada en el control de la inflación y, por ende, en el mantenimiento del tipo de cambio. Podría decirse, en ese sentido, que la política monetaria ha tenido que compensar los efectos de las turbulencias fiscales, por lo que el BC ha acumulado grandes deudas y se ha visto obligado a acomodar sus lineamientos sobre tasas de interés, compromisos en divisas, descuentos, endeudamiento bancario, creación de medios de pago y gestión de reservas con esa finalidad.

Por supuesto, algunas medidas fiscales han facilitado el trabajo monetario. Tal es el caso del endeudamiento público externo, pues suplió divisas al país y facilitó la acumulación de reservas. También lo ha sido la asignación presupuestal destinada al pago de intereses de los bonos de recapitalización entregados al BC por el gobierno, los cuales buscan resarcir al banco de las pérdidas en que ha incurrido en la mencionada compensación fiscal.

Pero la mejor ayuda que la política monetaria puede recibir es que el déficit fiscal sea puesto bajo control. Le permitirá dedicarse a lograr su objetivo en cuanto a inflación y a estimular el crecimiento con estabilidad.