Roles socialistas

Las cifras lo señalan. A pesar de su apego nominal a las doctrinas comunistas, el gobierno chino ha concedido menos subsidios a la población y a las empresas por causa de la pandemia que sus contrapartes capitalistas. La magnitud de las ayudas otorgadas o en proceso de tramitación, en los EE.UU. y Europa, superan ampliamente a las que China ha aprobado hasta ahora.

La validez de la comparación, por supuesto, es condicionada por el hecho de que China posee un vasto sector de empresas estatales, desde los niveles locales al ámbito nacional, lo que dificulta separar los subsidios de las transacciones financieras ordinarias de esos conglomerados. No obstante, el menor volumen de subsidios se confirma con los datos de las pequeñas empresas, entre las cuales la propiedad y control gubernamental son más limitados. Y también se pone de manifiesto en las sumas otorgadas a individuos y familias como asistencia adicional durante la crisis.

Un factor explicativo de esa diferencia está en las implicaciones de la difusión geográfica del virus en uno u otro caso. Midiendo la propagación en términos del porcentaje del PIB originado en las áreas directamente afectadas, China tuvo la ventaja de una mayor focalización de la epidemia, la cual fue contenida con medidas drásticas de aislamiento de la zona más comprometida. En otros países, como Italia, el área donde la incidencia del virus ha sido más severa, es la más industrializada y próspera, no las más pobres regiones del sur.

Es interesante observar que de repente el rol del Estado en las economías ha sido visto de otra forma. Aun los más ardientes adversarios de la injerencia de los gobiernos en los negocios, han permanecido silenciosos ante las intervenciones estatales para sostener el empleo e impedir la quiebra de las empresas. Más aún, algunos connotados representantes de sectores políticos conservadores no han tenido ningún reparo en solicitar y defender ayudas para sus propias compañías.