Al Horford es un atleta de la Patria, tan dominicano como tú

La ignorancia es atrevida y sobre el concepto del nacionalismo en los atletas, algunos opinadores en las redes sociales se están pasando de la raya, emitiendo juicios que hieren la dignidad al tomar como arma el sofisma de que “no dijo presente en la integración de un seleccionado nacional”.

Umberto Eco precisó que esos opinadores de las redes sociales, yo le agrego que escriben “cajón” con G, “ahora tienen el mismo derecho a hablar que un premio Nobel”.

Al Horford, a quien conozco desde que era un niño, cuando Arelis Reynoso, su mamá gallina lo llevaba al matutino El Siglo, doy fe de que es tan dominicano como tú. Recuerdo que el colega Iván Brea nos decía “ese será un NBA”.

Al Horford, que esperamos hoy con sus Boston Celtics logre la corona de campeón, es un atleta de la Patria, un deportista que es un ejemplo, un modelo para la sociedad.

Puerto Plata, la de Juan Lockward, tiene bañándose en su Poza del Castillo, a un hijo de la dimensión de Al Horford.

Es más que evidente que el atleta cuando compite está defendiendo con su actuación la tierra que lo vio nacer, pues, aunque no siempre lo haga bajo su bandera y su escudo, es inevitable que imponga su estilo y técnica como su manera de proceder, que está firmemente vinculada a sus primeros maestros, entrenadores y sus juegos de infancia.

BERRA TOMÓ EL FUSIL: Yogi Berra, filósofo y leyenda del béisbol ganó tres premios de Jugador Más Valioso (MVP) de la Liga Americana durante su carrera de 19 temporadas en las Grandes Ligas y fue 15 veces Todos Estrellas de la Liga Americana. Apantalló un promedio de bateo de por vida muy respetable de .285 con 358 jonrones y fue el receptor en 10 Serie Mundial durante sus 19 años de militancia.

Sin embargo, la victoria más importante en la que Berra participó fue en la invasión del Día D por los Estados Unidos en Omaha Beach el 6 de junio de 1944, donde sirvió de artillero y se destacó por su valentía.

El destino quiso, que aquel 6 de junio de 1944 no fuera un bate o el mascotín lo que tuviera entre manos, sino un fusil lo que empuñara para combatir el fascismo.

“Estar allí, en Omaha, puede haber cambiado un poco mi vida”, reconoció tiempo después. Sus ojos fueron testigos directos del relevante episodio: “Nunca vi tantos aviones en mi vida. Era como una nube negra”.

Las embarcaciones de combate donde Berra estaba, fueron las primeras en acercarse al enemigo alemán y, por tanto, las más expuestas. Fue un superviviente entre las 2.000 bajas que se contaron sobre la arena.